Leyendas del Litoral
EL CARAU
Carau es el nombre onomatopéyico de un ave zancuda, de plumaje negro, de vuelo torpe, que habita en lagunas, esteros y bañados correntinos. Como su nombre lo indica su característica es su grito que lo emite casi toda la noche o ante la proximidad de algún extraño a la comunidad en que vive. Cuenta la leyenda que Carau fue un muchacho apuesto y muy buen bailarín, aparte de guitarrero y cantor, que vivía en compañía de su madre, para quien eran todos sus cuidados y desvelos. Pero cierta vez que ella enfermó seriamente, Carau agotó sus esfuerzos para atenderla con medicación casera, y al no tener mejoría resolvió marchar al atardecer hacia el pueblo más próximo, distante varias leguas del rancho.
En el camino encontró un baile, donde se acercó por curiosidad, pero enseguida se confundió con los bailarines, atraído por una muchacha muy agraciada, que a su vez coqueteaba con él, teniendo en cuenta que sobresalía entre todos, por su postura y elegancia. Olvidando por completo la enfermedad de su madre, continuó bailando toda la noche hasta que de madrugada un amigo le trajo la noticia que su madre había muerto.... ¡NO IMPORTA MI BUEN AMIGO - respondió Carau - hay tiempo para llorar! Sin embargo, atormentado por el remordimiento salió del baile para hacerse cargo de su madre muerta. Cuenta la leyenda que durante mucho tiempo peregrinó por el pago sin hallar consuelo. La ropa oscura que usaba, desgastada y desteñida por el tiempo y la intemperie se hizo trizas transformándose después en plumas, los brazos se volvieron alas y el cuerpo adquirió la forma de un ave.
Se largó a vivir y llorar por los esteros. Cuenta la leyenda que la muchacha que lo retuvo en el baile, también se convirtió en ave, tomando la forma de la pollona, y lo acompaña al Carau en su constante peregrinar.
Carau es el nombre onomatopéyico de un ave zancuda, de plumaje negro, de vuelo torpe, que habita en lagunas, esteros y bañados correntinos. Como su nombre lo indica su característica es su grito que lo emite casi toda la noche o ante la proximidad de algún extraño a la comunidad en que vive. Cuenta la leyenda que Carau fue un muchacho apuesto y muy buen bailarín, aparte de guitarrero y cantor, que vivía en compañía de su madre, para quien eran todos sus cuidados y desvelos. Pero cierta vez que ella enfermó seriamente, Carau agotó sus esfuerzos para atenderla con medicación casera, y al no tener mejoría resolvió marchar al atardecer hacia el pueblo más próximo, distante varias leguas del rancho.
En el camino encontró un baile, donde se acercó por curiosidad, pero enseguida se confundió con los bailarines, atraído por una muchacha muy agraciada, que a su vez coqueteaba con él, teniendo en cuenta que sobresalía entre todos, por su postura y elegancia. Olvidando por completo la enfermedad de su madre, continuó bailando toda la noche hasta que de madrugada un amigo le trajo la noticia que su madre había muerto.... ¡NO IMPORTA MI BUEN AMIGO - respondió Carau - hay tiempo para llorar! Sin embargo, atormentado por el remordimiento salió del baile para hacerse cargo de su madre muerta. Cuenta la leyenda que durante mucho tiempo peregrinó por el pago sin hallar consuelo. La ropa oscura que usaba, desgastada y desteñida por el tiempo y la intemperie se hizo trizas transformándose después en plumas, los brazos se volvieron alas y el cuerpo adquirió la forma de un ave.
Se largó a vivir y llorar por los esteros. Cuenta la leyenda que la muchacha que lo retuvo en el baile, también se convirtió en ave, tomando la forma de la pollona, y lo acompaña al Carau en su constante peregrinar.
LA LEYENDA DE LA CIGUEÑA
La cigüeña blanca es el ave que más ha merecido cuentos, fabulas y leyendas, en los que está representada como "embajadora de la primavera", "talismán de la buena suerte", o "la gran voladora que cruza mares y montañas para llevar niños recién nacidos, colgados en un pañal desde el pico". La leyenda asegura que la fama de traer niños se originó en Europa Central, en un pareja de cigüeñas que todos los años anidaban en el techo de una casa. Decían que no emigraban muy lejos, no volaban al África como casi todas ellas, esta pareja solo lo hacia hasta Francia, en una región cercana a París.
Ocurrió que una vez, una joven pareja que vivía en esa casa, dio a luz un bebé coincidentemente la misma noche que había vuelto la pareja de cigüeñas. Cuando algunos niños preguntaron cuándo había nacido, sus padres contestaban que "lo trajo la cigüeña", de las que esos mismos niños celebraban su regreso. Así corrió la versión que "lo trajo la cigüeña", "vino con la cigüeña" o "la cigüeña lo trajo desde París". Esta costumbre se extendió al poco tiempo para todos los recién nacidos.
El escritor español Joaquín Álvarez Quinterno decía que en los primeros años de su vida solía creer que era francés porque había escuchado decir que a los niños los trae la cigüeña desde parís. Es por esta razón que se la considera "El ave de la buena suerte" o un "símbolo de la suerte". Con los primeros conquistadores, llegó a América esta leyenda, que tardó en difundirse, pero cuando tomó cuerpo, se extendió por todo el territorio de la Republica Argentina y por consiguiente llegó a la Provincia de Corrientes donde tuvo otra derivación: durante muchos años y aun hoy, en algunos parajes del interior, los viajeros desean ver una cigüeña para tener suerte durante todo el día y cuando la ven, continúa tranquilo el viaje, convencido de que todo le irá bien.
La cigüeña blanca es el ave que más ha merecido cuentos, fabulas y leyendas, en los que está representada como "embajadora de la primavera", "talismán de la buena suerte", o "la gran voladora que cruza mares y montañas para llevar niños recién nacidos, colgados en un pañal desde el pico". La leyenda asegura que la fama de traer niños se originó en Europa Central, en un pareja de cigüeñas que todos los años anidaban en el techo de una casa. Decían que no emigraban muy lejos, no volaban al África como casi todas ellas, esta pareja solo lo hacia hasta Francia, en una región cercana a París.
Ocurrió que una vez, una joven pareja que vivía en esa casa, dio a luz un bebé coincidentemente la misma noche que había vuelto la pareja de cigüeñas. Cuando algunos niños preguntaron cuándo había nacido, sus padres contestaban que "lo trajo la cigüeña", de las que esos mismos niños celebraban su regreso. Así corrió la versión que "lo trajo la cigüeña", "vino con la cigüeña" o "la cigüeña lo trajo desde París". Esta costumbre se extendió al poco tiempo para todos los recién nacidos.
El escritor español Joaquín Álvarez Quinterno decía que en los primeros años de su vida solía creer que era francés porque había escuchado decir que a los niños los trae la cigüeña desde parís. Es por esta razón que se la considera "El ave de la buena suerte" o un "símbolo de la suerte". Con los primeros conquistadores, llegó a América esta leyenda, que tardó en difundirse, pero cuando tomó cuerpo, se extendió por todo el territorio de la Republica Argentina y por consiguiente llegó a la Provincia de Corrientes donde tuvo otra derivación: durante muchos años y aun hoy, en algunos parajes del interior, los viajeros desean ver una cigüeña para tener suerte durante todo el día y cuando la ven, continúa tranquilo el viaje, convencido de que todo le irá bien.
LA CRUZ DE LOS MILAGROS
Un hecho afirmado en la creencia popular, que se conmemora en la Ciudad de Corrientes, el día 3 de mayo de cada año, con toda la solemnidad posible, es conocido como la Cruz de los milagros o la Cruz del Milagro, esta se encuentra custodiada en una iglesia que fue construida expresamente con el fin de conservarla, esta historia se encuentra tan arraigada en el espíritu de mi provincia que incluso se la incluyo en el ESCUDO PROVINCIAL, simbolizando la fuerza de la tradición de todo un pueblo. El hecho concreto e indiscutido es la existencia de LA CRUZ INCOMBUSTIBLE, y de la veneración de todo su pueblo, ahora que fue lo que realmente sucedió hay innumerables versiones con igual numero de variantes y detalles, pero en realidad todas tienen un denominador común y varían en los detalles.
El hecho concreto es que realizada las primeras construcciones de la fortaleza que daría inicio a la ciudad recién fundada o sea se construyo Iglesia, Horca y Ejido, los pobladores plantaron una CRUZ DE MADERA en las afueras del fortín con el fin de recibir las bendiciones celestiales, ante las penurias propias. Los indígenas atacaron en forma constante al asentamiento, y en un intento teniendo en cuenta la creencia de que destruyendo este símbolo que le daba poderes a los conquistadores le prendieron fuego a la CRUZ, primero se agotó la leña que habían encendido sin que el símbolo sufriera daño, y luego en un nuevo intento cuando uno de los aborígenes intentó encender una nueva hoguera para destruirla cayó fulminado por un rayo, ante la vista de los defensores de la ciudad, lo que provoco el desbande de los nativos sobrevivientes. Incluso en las versiones más radicales se aclara que este rayo cayo un día de sol brillante. Como sea es importante rescatar la fuerza que esta cruz dio a los colonos desde ese momento hasta nuestros días, manteniendo la veneración en este símbolo, que representa la protección divina, a quien se ha concurrido en reiteradas ocasiones, sobre todo en momentos de grandes penurias como ha sufrido nuestro pueblo. En las actas capitulares, se refieren a que por el día 3 de agosto de 1649, cuando pesaba sobre la ciudad y su gente las penurias propias de una larga sequía, los Cabildantes resolvieron recurrir a la protección divina disponiendo llevar una imagen de la VIRGEN DEL ROSARIO, hasta la ermita de esta cruz. Actos similares se repiten a lo largo de la historia.
Un hecho afirmado en la creencia popular, que se conmemora en la Ciudad de Corrientes, el día 3 de mayo de cada año, con toda la solemnidad posible, es conocido como la Cruz de los milagros o la Cruz del Milagro, esta se encuentra custodiada en una iglesia que fue construida expresamente con el fin de conservarla, esta historia se encuentra tan arraigada en el espíritu de mi provincia que incluso se la incluyo en el ESCUDO PROVINCIAL, simbolizando la fuerza de la tradición de todo un pueblo. El hecho concreto e indiscutido es la existencia de LA CRUZ INCOMBUSTIBLE, y de la veneración de todo su pueblo, ahora que fue lo que realmente sucedió hay innumerables versiones con igual numero de variantes y detalles, pero en realidad todas tienen un denominador común y varían en los detalles.
El hecho concreto es que realizada las primeras construcciones de la fortaleza que daría inicio a la ciudad recién fundada o sea se construyo Iglesia, Horca y Ejido, los pobladores plantaron una CRUZ DE MADERA en las afueras del fortín con el fin de recibir las bendiciones celestiales, ante las penurias propias. Los indígenas atacaron en forma constante al asentamiento, y en un intento teniendo en cuenta la creencia de que destruyendo este símbolo que le daba poderes a los conquistadores le prendieron fuego a la CRUZ, primero se agotó la leña que habían encendido sin que el símbolo sufriera daño, y luego en un nuevo intento cuando uno de los aborígenes intentó encender una nueva hoguera para destruirla cayó fulminado por un rayo, ante la vista de los defensores de la ciudad, lo que provoco el desbande de los nativos sobrevivientes. Incluso en las versiones más radicales se aclara que este rayo cayo un día de sol brillante. Como sea es importante rescatar la fuerza que esta cruz dio a los colonos desde ese momento hasta nuestros días, manteniendo la veneración en este símbolo, que representa la protección divina, a quien se ha concurrido en reiteradas ocasiones, sobre todo en momentos de grandes penurias como ha sufrido nuestro pueblo. En las actas capitulares, se refieren a que por el día 3 de agosto de 1649, cuando pesaba sobre la ciudad y su gente las penurias propias de una larga sequía, los Cabildantes resolvieron recurrir a la protección divina disponiendo llevar una imagen de la VIRGEN DEL ROSARIO, hasta la ermita de esta cruz. Actos similares se repiten a lo largo de la historia.
LA FLOR DEL IRUPÉ
Morotí y Pitá se amaban entrañablemente. Él era fuerte y valiente y ella dulce y hermosa. Un día, mientras paseaban por la orilla del Paraná, Morotí arrojó al agua su brazalete para que Pitá lo rescatara. Así el indio se lanzó al agua pero nunca emergió. Impulsada por el hechicero de la tribu, Morotí también se sumergió buscando el cuerpo de su amado. Luego de varias horas ninguno de los dos apareció, pero al amanecer vieron los indios flotar sobre las aguas una flor extraña, en la que el hechicero reconoció a la bella Morotí en los pétalos blancos y al intrépido Pitá en los rojos.
Morotí y Pitá se amaban entrañablemente. Él era fuerte y valiente y ella dulce y hermosa. Un día, mientras paseaban por la orilla del Paraná, Morotí arrojó al agua su brazalete para que Pitá lo rescatara. Así el indio se lanzó al agua pero nunca emergió. Impulsada por el hechicero de la tribu, Morotí también se sumergió buscando el cuerpo de su amado. Luego de varias horas ninguno de los dos apareció, pero al amanecer vieron los indios flotar sobre las aguas una flor extraña, en la que el hechicero reconoció a la bella Morotí en los pétalos blancos y al intrépido Pitá en los rojos.
EL CAMALOTE
Una joven india se enamoró de un soldado español que llegó junto con los primeros conquistadores. Pero viéndose obligado a alejarse un día precipitadamente y la joven fue a despedirlo hasta la orilla del río. La corriente empujó hacia el sur a la embarcación y se perdió muy pronto en medio de la selva. Mucho lloró la india y más porque sabía que, como fruto de sus amores, no tardaría en ser madre, lo que traería como consecuencia el rechazo de la tribu. Todas las mañanas y todos los atardeceres se llegaba hasta el río esperando el retorno de su amado. Desesperada en la espera inútil, imploró humildemente a los dioses le ayudaran en su triste situación. Apiadados éstos, la convirtieron en la planta de camalote que constantemente baja del alto de los ríos surcando todos los cauces en busca del amado.
Una joven india se enamoró de un soldado español que llegó junto con los primeros conquistadores. Pero viéndose obligado a alejarse un día precipitadamente y la joven fue a despedirlo hasta la orilla del río. La corriente empujó hacia el sur a la embarcación y se perdió muy pronto en medio de la selva. Mucho lloró la india y más porque sabía que, como fruto de sus amores, no tardaría en ser madre, lo que traería como consecuencia el rechazo de la tribu. Todas las mañanas y todos los atardeceres se llegaba hasta el río esperando el retorno de su amado. Desesperada en la espera inútil, imploró humildemente a los dioses le ayudaran en su triste situación. Apiadados éstos, la convirtieron en la planta de camalote que constantemente baja del alto de los ríos surcando todos los cauces en busca del amado.
EL YAGUARETÉ-ABÁ
El hombre tigre es una leyenda muy difundida en Corrientes y Misiones. Son viejos indios bautizados que de noche se vuelven tigres para comerse a sus compañeros u otras personas. Cuando les viene el mal propósito se alejan de sus semejantes y se sumergen en la oscuridad de la noche, buscando el abrigo de un matorral. Allí empiezan a revolcarse de izquierda a derecha sobre un cuero de jaguar, rezando un credo al revés, mientras cambian de aspecto. Salen entonces de caza y, ya devorada la presa, retornan a su forma primitiva, realizando la misma operación, pero ahora en sentido inverso (de derecha a izquierda).
Se lo describe como un tigre muy feroz y sanguinario, de cola corta, casi rabón o directamente, sin cola y la frente desprovista de pelos. Otras versiones lo pintan mitad hombre y mitad animal o con cuerpo de yaguareté y extremidades humanas.Se dice que es inmune a las balas, a menos que estén bendecidas. También es eficaz el machete bendecido. Según testimonios recogidos por Berta E Vidal de Battini en Corrientes, hay veces en que el yaguareté abá persigue a muchachas hermosas, raptándolas y llevándolas a su guarida, en medio del monte.
El hombre tigre es una leyenda muy difundida en Corrientes y Misiones. Son viejos indios bautizados que de noche se vuelven tigres para comerse a sus compañeros u otras personas. Cuando les viene el mal propósito se alejan de sus semejantes y se sumergen en la oscuridad de la noche, buscando el abrigo de un matorral. Allí empiezan a revolcarse de izquierda a derecha sobre un cuero de jaguar, rezando un credo al revés, mientras cambian de aspecto. Salen entonces de caza y, ya devorada la presa, retornan a su forma primitiva, realizando la misma operación, pero ahora en sentido inverso (de derecha a izquierda).
Se lo describe como un tigre muy feroz y sanguinario, de cola corta, casi rabón o directamente, sin cola y la frente desprovista de pelos. Otras versiones lo pintan mitad hombre y mitad animal o con cuerpo de yaguareté y extremidades humanas.Se dice que es inmune a las balas, a menos que estén bendecidas. También es eficaz el machete bendecido. Según testimonios recogidos por Berta E Vidal de Battini en Corrientes, hay veces en que el yaguareté abá persigue a muchachas hermosas, raptándolas y llevándolas a su guarida, en medio del monte.
TUPÁ
Ser supremo de los guaraníes, creador de la tierra y el cielo, de las aguas y todos los seres. Se lo conoce también con el nombre de Ñamandureté, Ñandeyará (o Nuestro Señor, nombre que asumió después de la conquista espiritual) y Oreyará. Sería la personificación del espíritu del trueno, que los jesuitas sincretizaron con el Dios cristiano. Es la deidad americana que alcanzó el más vasto dominio, al ser adorada por los Caribes, Tupíes, Guaraníes, Charrúas y Querandíes, lo que implica afirmar que su territorio iba desde el norte de la Florida (Estados Unidos de América) hasta la pampa argentina, por la franja oriental del continente. Los Mbyá de Misiones y Paraguay lo conocen como Tupá Ru Eté, dios de la lluvia, el trueno y el rayo, creado pero no engendrado por Ñande Ru, con el fin de mandar a los hombres las palabras - almas. Alejandra Siffredi lo encontró en el panteón mataco, también como dueño del trueno, el rayo y la lluvia, subordinado a Nilataj. Sin duda un préstamo cultural, que extiende al Chaco el imperio de este dios.
Ser supremo de los guaraníes, creador de la tierra y el cielo, de las aguas y todos los seres. Se lo conoce también con el nombre de Ñamandureté, Ñandeyará (o Nuestro Señor, nombre que asumió después de la conquista espiritual) y Oreyará. Sería la personificación del espíritu del trueno, que los jesuitas sincretizaron con el Dios cristiano. Es la deidad americana que alcanzó el más vasto dominio, al ser adorada por los Caribes, Tupíes, Guaraníes, Charrúas y Querandíes, lo que implica afirmar que su territorio iba desde el norte de la Florida (Estados Unidos de América) hasta la pampa argentina, por la franja oriental del continente. Los Mbyá de Misiones y Paraguay lo conocen como Tupá Ru Eté, dios de la lluvia, el trueno y el rayo, creado pero no engendrado por Ñande Ru, con el fin de mandar a los hombres las palabras - almas. Alejandra Siffredi lo encontró en el panteón mataco, también como dueño del trueno, el rayo y la lluvia, subordinado a Nilataj. Sin duda un préstamo cultural, que extiende al Chaco el imperio de este dios.
EL AHÓ-AHÓ
Animal mítico de la región guaraní, de aspecto terrible. Es semejante a una oveja pero con grandes garras y devora a los que encuentra en el monte. La única salvación es subirse a una palmera, árbol sagrado que no se atreverá a profanar.
Si el perseguido se trepa a cualquier otro árbol, el Ahó - Ahó lo derribará cavando con sus potentes uñas, para devorarlo no bien caiga. Ambrosetti sospecha que esta leyenda fue difundida por los padres jesuitas en las misiones del Alto Paraná, para evitar que los guaraníes se alejaran de las reducciones, por temor a que desertaran, se perdieran en el monte o fueran victimados por los tigres o los indios no reducidos, que siempre merodeaban por los alrededores.
Animal mítico de la región guaraní, de aspecto terrible. Es semejante a una oveja pero con grandes garras y devora a los que encuentra en el monte. La única salvación es subirse a una palmera, árbol sagrado que no se atreverá a profanar.
Si el perseguido se trepa a cualquier otro árbol, el Ahó - Ahó lo derribará cavando con sus potentes uñas, para devorarlo no bien caiga. Ambrosetti sospecha que esta leyenda fue difundida por los padres jesuitas en las misiones del Alto Paraná, para evitar que los guaraníes se alejaran de las reducciones, por temor a que desertaran, se perdieran en el monte o fueran victimados por los tigres o los indios no reducidos, que siempre merodeaban por los alrededores.
EL CAÁ PORÁ
Fantasmón del monte. Ente fantástico del área guaraní. Se lo representa como un hombre de talla gigantesca, monstruoso y velludo, que fuma una pipa hecha con un cráneo y una tivia humanos y devora a la gente chupándola. Sólo descarta los intestinos, que deja desparramados por el suelo. Se lo describe asimismo como un gigante velludo y de gran cabeza, que vive en los montes y se come crudos a los animales que el hombre mata pero no encuentra o huyen heridos para morir lejos del cazador. La leyenda que se conoce en Corrientes y Misiones lo presenta por lo regular como un hombre velludo que se aparece a los cazadores montado en el último pecarí de la piara que están exterminando, para dejarlos idiotizados para siempre o traerles otras desgracias. Por eso muchos se cuidan de incurrir en tales exterminios. A veces el Caá Porá se convierte en simple Porá o fantasma que se aparece en el monte, con la forma de cerdo o perro que echa fuego por la boca y aterroriza así a los animales.
Fantasmón del monte. Ente fantástico del área guaraní. Se lo representa como un hombre de talla gigantesca, monstruoso y velludo, que fuma una pipa hecha con un cráneo y una tivia humanos y devora a la gente chupándola. Sólo descarta los intestinos, que deja desparramados por el suelo. Se lo describe asimismo como un gigante velludo y de gran cabeza, que vive en los montes y se come crudos a los animales que el hombre mata pero no encuentra o huyen heridos para morir lejos del cazador. La leyenda que se conoce en Corrientes y Misiones lo presenta por lo regular como un hombre velludo que se aparece a los cazadores montado en el último pecarí de la piara que están exterminando, para dejarlos idiotizados para siempre o traerles otras desgracias. Por eso muchos se cuidan de incurrir en tales exterminios. A veces el Caá Porá se convierte en simple Porá o fantasma que se aparece en el monte, con la forma de cerdo o perro que echa fuego por la boca y aterroriza así a los animales.
LAS AZUCENAS DEL BOSQUE
Tupá, el dios sol, creó los animales y los bosques, y luego de mucho tiempo comenzó a pensar en crear a los hombres, con la inteligencia suficiente para gobernar hasta a los animales más feroces. Luego convocó a Iyara (el cielo) y le pidió que le trajera arcilla de la tierra. Con esa greda, el dios hizo dos figuras humanas y les dió vida.
Así nacieron dos hermanos, uno con la piel más roja llamado Pitá y otro con la piel blanca llamado Morotí. Tupá e Iyara le dieron una compañera a cada uno y se procrearon con amor viviendo en la selva y comiendo sus frutos. Pero una vez, Pitá frotó dos piedras y descubrió el fuego, a su vez, Morotí, defendiéndose de un pecarí, debió matarlo y... sin saber porque... arrojaron la carne del animal al fuego... tan agradable era el olor que emanaba de la carne asada que lo probaron y les pareció exquisito.
Desde aquel momento empezaron a cazar y abandonaron la recolección de frutos... y, desde aquel momento, se quebró la paz entre las familias de los hermanos.... ya que usaron las armas, creadas para cazar, para enfrentarse entre ellos, debido a que la caza era cada vez más escasa... En vez de combatir a su verdadero enemigo, el hambre, decidieron herirse a sí mismos.
Tupá, enojado, decidió castigar a los hermanos, por necios, y provocó una aterrante tormenta que duró 3 días y 3 noches, al cabo de las cuales, salió y el sol, por uno de cuyos rayos bajó Iyara. -Tupá está enojado con ustedes... ¡son hermanos!, ¡hijos de hermanos! y me enviaron para unirlos nuevamente...-, -¡Pita!, ¡Morotí! ¡Dense un abrazo!, ordenó Iyara. Los hermanos se abrazaron y, allí, en presencia de todos... fueron perdiendo sus formas humanas y se fueron fundiendo hasta convertirse en un solo cuerpo, que se hizo un tronco y de ese tronco salieron ramas y de las ramas hojas y flores. Y las flores fueron rojas al principio (como la piel de Pitá), lilas al marchitarse hasta ser blancas al caer (como la piel de Morotí). Así nació esta Azucena del Bosque, que Tupá dejó en la tierra para recordar a los hombres que deben vivir unidos.
Tupá, el dios sol, creó los animales y los bosques, y luego de mucho tiempo comenzó a pensar en crear a los hombres, con la inteligencia suficiente para gobernar hasta a los animales más feroces. Luego convocó a Iyara (el cielo) y le pidió que le trajera arcilla de la tierra. Con esa greda, el dios hizo dos figuras humanas y les dió vida.
Así nacieron dos hermanos, uno con la piel más roja llamado Pitá y otro con la piel blanca llamado Morotí. Tupá e Iyara le dieron una compañera a cada uno y se procrearon con amor viviendo en la selva y comiendo sus frutos. Pero una vez, Pitá frotó dos piedras y descubrió el fuego, a su vez, Morotí, defendiéndose de un pecarí, debió matarlo y... sin saber porque... arrojaron la carne del animal al fuego... tan agradable era el olor que emanaba de la carne asada que lo probaron y les pareció exquisito.
Desde aquel momento empezaron a cazar y abandonaron la recolección de frutos... y, desde aquel momento, se quebró la paz entre las familias de los hermanos.... ya que usaron las armas, creadas para cazar, para enfrentarse entre ellos, debido a que la caza era cada vez más escasa... En vez de combatir a su verdadero enemigo, el hambre, decidieron herirse a sí mismos.
Tupá, enojado, decidió castigar a los hermanos, por necios, y provocó una aterrante tormenta que duró 3 días y 3 noches, al cabo de las cuales, salió y el sol, por uno de cuyos rayos bajó Iyara. -Tupá está enojado con ustedes... ¡son hermanos!, ¡hijos de hermanos! y me enviaron para unirlos nuevamente...-, -¡Pita!, ¡Morotí! ¡Dense un abrazo!, ordenó Iyara. Los hermanos se abrazaron y, allí, en presencia de todos... fueron perdiendo sus formas humanas y se fueron fundiendo hasta convertirse en un solo cuerpo, que se hizo un tronco y de ese tronco salieron ramas y de las ramas hojas y flores. Y las flores fueron rojas al principio (como la piel de Pitá), lilas al marchitarse hasta ser blancas al caer (como la piel de Morotí). Así nació esta Azucena del Bosque, que Tupá dejó en la tierra para recordar a los hombres que deben vivir unidos.
EL CAMALOTAL
Dicen que antes, en el Río Paraná, no existían los camalotes. Que la tierra era tierra, el agua, agua y las islas, islas. Antes, cuando no habían llegado los españoles y en las orillas del río vivían los guaraníes.
Fue en 1526 cuando los hombres de Diego García remontaron lentamente primero el Mar Dulce y después el Paraná, pardo e inquieto como un animal salvaje, a bordo de una carabela y un patache. El jefe llegaba como Gobernador del río de Solís, pero al llegar a la desembocadura del Carcarañá se encontró con que el cargo ya estaba ocupado por otro marino al servicio de España, Sebastián Gaboto. Durante días discutieron los comandantes en el fuerte Sancti Spiritu, mientras las tropas aprovechaban el entredicho para acostumbrar de nuevo el cuerpo a la tierra firme y recuperar algunas alegrías. Exploraron los alrededores y aprovecharon la hospitalidad guaraní. Así fue que una joven india se enamoró de un soldado de García. Durante el verano, mientras García y Gaboto abandonaron el fuerte rumbo al interior, ellos se amaron. Que uno no comprendiera el idioma del otro no fue un obstáculo, más bien contribuyó al amor, porque todo era risa y deseo. Nadaron juntos en el río, ella le enseñó la selva y él el bergantín anclado en la costa; él probó el abatí (maíz en guaraní), el chipá (pancitos elaborados con pancitos de mandioca), las calabazas; ella el amor diferente de un extranjero.
Mientras tanto, las relaciones entre los españoles y los guaraníes se iban desbarrancando. Los indios los habían provisto, los habían ayudado a descargar los barcos y habían trabajado para ellos en la fragua, todo a cambio de hachas de hierro y algunas otras piezas. Pero los blancos no demostraron saber cumplir los pactos, y humillaron con malos tratos a quienes los habían ayudado a sobrevivir. Hasta que los indios se cansaron de tener huéspedes tan soberbios y una noche incendiaron el fuerte. Los pocos españoles que sobrevivieron se refugiaron en los barcos, donde esperarían el regreso de Gaboto y García.Después del incendio, el amor entre el soldado y la india se volvió más difícil, más escondido y más triste. Todos los días, en sus citas secretas, ella intentaba retenerlo con sus caricias y sus regalos y, sin embargo, no conseguía más que pulir su recelo.
Hasta que llegaron los jefes, se encontraron con la tierra arrasada y decidieron volver a España por donde habían venido.
Las semanas de los preparativos fueron muy tristes para la muchacha guaraní, que andaba todo el día por la orilla, medio oculta entre los sauces, esperando ver a su amante aunque sea un momento. Y, como no hubo despedida, la partida en cierto modo la tomó de sorpresa. Una mañana apenas nublada, cuando llegó hasta el río, vio que los barcos se alejaban. Los miró enfilar hacia el canal profundo y luego navegar, siempre hacia abajo, con sus mástiles enhiestos y sus estandartes al viento. Después de un rato eran ya tan chiquitos que parecía imposible que se llevaran tanto... Y, enseguida, el primer recodo se los tragó. Durante días y días la india lloró sola el abandono: hubiera querido tener una canoa, las alas de una garza, cualquier medio que le permitiera alejarse por el agua, más allá de los verdes bañados de enfrente, llegar allí donde le habían contado que el Paraná se hace tan ancho y tan profundo, para seguir la estela de los barcos y acompañar al culpable de su pena.
Todos sus pensamientos los escucharon los porás (espíritus invisibles vinculados con los animales y las plantas, que pululaban por los ríos y los montes) de la costa, que se los contaron a Tupá (dios de las aguas, lluvia y granizo) y su esposa, dioses del agua. Y una tarde ellos cumplieron su deseo y la convirtieron en camalote. Por fin se alejaba de la orilla, por fin flotaba en el agua fresca y oscura río abajo, como una verde balsa gigantesca, arrastrando consigo troncos, plantas y animales, dando albergue a todos los expulsados de la costa, los eternos viajeros del río.
Dicen que antes, en el Río Paraná, no existían los camalotes. Que la tierra era tierra, el agua, agua y las islas, islas. Antes, cuando no habían llegado los españoles y en las orillas del río vivían los guaraníes.
Fue en 1526 cuando los hombres de Diego García remontaron lentamente primero el Mar Dulce y después el Paraná, pardo e inquieto como un animal salvaje, a bordo de una carabela y un patache. El jefe llegaba como Gobernador del río de Solís, pero al llegar a la desembocadura del Carcarañá se encontró con que el cargo ya estaba ocupado por otro marino al servicio de España, Sebastián Gaboto. Durante días discutieron los comandantes en el fuerte Sancti Spiritu, mientras las tropas aprovechaban el entredicho para acostumbrar de nuevo el cuerpo a la tierra firme y recuperar algunas alegrías. Exploraron los alrededores y aprovecharon la hospitalidad guaraní. Así fue que una joven india se enamoró de un soldado de García. Durante el verano, mientras García y Gaboto abandonaron el fuerte rumbo al interior, ellos se amaron. Que uno no comprendiera el idioma del otro no fue un obstáculo, más bien contribuyó al amor, porque todo era risa y deseo. Nadaron juntos en el río, ella le enseñó la selva y él el bergantín anclado en la costa; él probó el abatí (maíz en guaraní), el chipá (pancitos elaborados con pancitos de mandioca), las calabazas; ella el amor diferente de un extranjero.
Mientras tanto, las relaciones entre los españoles y los guaraníes se iban desbarrancando. Los indios los habían provisto, los habían ayudado a descargar los barcos y habían trabajado para ellos en la fragua, todo a cambio de hachas de hierro y algunas otras piezas. Pero los blancos no demostraron saber cumplir los pactos, y humillaron con malos tratos a quienes los habían ayudado a sobrevivir. Hasta que los indios se cansaron de tener huéspedes tan soberbios y una noche incendiaron el fuerte. Los pocos españoles que sobrevivieron se refugiaron en los barcos, donde esperarían el regreso de Gaboto y García.Después del incendio, el amor entre el soldado y la india se volvió más difícil, más escondido y más triste. Todos los días, en sus citas secretas, ella intentaba retenerlo con sus caricias y sus regalos y, sin embargo, no conseguía más que pulir su recelo.
Hasta que llegaron los jefes, se encontraron con la tierra arrasada y decidieron volver a España por donde habían venido.
Las semanas de los preparativos fueron muy tristes para la muchacha guaraní, que andaba todo el día por la orilla, medio oculta entre los sauces, esperando ver a su amante aunque sea un momento. Y, como no hubo despedida, la partida en cierto modo la tomó de sorpresa. Una mañana apenas nublada, cuando llegó hasta el río, vio que los barcos se alejaban. Los miró enfilar hacia el canal profundo y luego navegar, siempre hacia abajo, con sus mástiles enhiestos y sus estandartes al viento. Después de un rato eran ya tan chiquitos que parecía imposible que se llevaran tanto... Y, enseguida, el primer recodo se los tragó. Durante días y días la india lloró sola el abandono: hubiera querido tener una canoa, las alas de una garza, cualquier medio que le permitiera alejarse por el agua, más allá de los verdes bañados de enfrente, llegar allí donde le habían contado que el Paraná se hace tan ancho y tan profundo, para seguir la estela de los barcos y acompañar al culpable de su pena.
Todos sus pensamientos los escucharon los porás (espíritus invisibles vinculados con los animales y las plantas, que pululaban por los ríos y los montes) de la costa, que se los contaron a Tupá (dios de las aguas, lluvia y granizo) y su esposa, dioses del agua. Y una tarde ellos cumplieron su deseo y la convirtieron en camalote. Por fin se alejaba de la orilla, por fin flotaba en el agua fresca y oscura río abajo, como una verde balsa gigantesca, arrastrando consigo troncos, plantas y animales, dando albergue a todos los expulsados de la costa, los eternos viajeros del río.
EL CHAJÁ
Nos narra Félix Coluccio en su imperdible "Diccionario Folklórico Argentino" que el chajá habita en zonas de lagunas y ríos, y si bien es un ave con habilidad para volar muy alto como las demás rapaces, vive como animal domesticado. Es un ave monógama y lo único que lo separa de su pareja es la muerte , por ello se las ha llamado aves del amor, aves inseparables.
Esta leyenda tiene influencia religiosa, y nos cuenta que dos jovencitas estaban lavando la ropa en un río cuando llegaron Jesús y San Pedro, quienes habiéndoles pedido agua para beber, las muchachas le alcanzaron agua con jabón y por eso fueron maldecidas, y al querer irse, en lugar de decir yajá (vamos, en guaraní), dijeron chajá y salieron volando convertidas en pájaro.Desde entonces sus carnes no sirven para comerse pues es pura espuma, y como se dice comúnmente: pura espuma como el chajá. Nos cuenta Coluccio que en el Chaco hay una versión parecida:
Dos mujeres lavaban su ropa cuando se acercó una anciana para pedir agua, éstas le acercaron agua sucia y con jabón y se dijeron la una a la otra: yajá. La viejita, que era la Virgen María, al darse cuenta de la maldad de ellas, las convirtió en aves para gritar eternamente: chajá, chajá… Se dice que si se duerme con una pluma de chajá debajo del colchón, se tendrá un oído fino y alerta.
Nos narra Félix Coluccio en su imperdible "Diccionario Folklórico Argentino" que el chajá habita en zonas de lagunas y ríos, y si bien es un ave con habilidad para volar muy alto como las demás rapaces, vive como animal domesticado. Es un ave monógama y lo único que lo separa de su pareja es la muerte , por ello se las ha llamado aves del amor, aves inseparables.
Esta leyenda tiene influencia religiosa, y nos cuenta que dos jovencitas estaban lavando la ropa en un río cuando llegaron Jesús y San Pedro, quienes habiéndoles pedido agua para beber, las muchachas le alcanzaron agua con jabón y por eso fueron maldecidas, y al querer irse, en lugar de decir yajá (vamos, en guaraní), dijeron chajá y salieron volando convertidas en pájaro.Desde entonces sus carnes no sirven para comerse pues es pura espuma, y como se dice comúnmente: pura espuma como el chajá. Nos cuenta Coluccio que en el Chaco hay una versión parecida:
Dos mujeres lavaban su ropa cuando se acercó una anciana para pedir agua, éstas le acercaron agua sucia y con jabón y se dijeron la una a la otra: yajá. La viejita, que era la Virgen María, al darse cuenta de la maldad de ellas, las convirtió en aves para gritar eternamente: chajá, chajá… Se dice que si se duerme con una pluma de chajá debajo del colchón, se tendrá un oído fino y alerta.
EL LOBIZÓN
Este ser llegó a la Argentina a través de Brasil, y se tiene noticias de él en el Litoral (N.E.).
Si una familia tiene siete hijos varones, la maldición cae sobre el séptimo. Se dice que es un hombre alto, delgado y con mucho pelo. Antes de convertirse anda muy nervioso y se enoja fácilmente, puede transformarse en los cementerios o cercanías y sobre todo cuando el acólito florece y la luna está llena. Se alimenta con carroña y cuando anda por el monte puede morder a los desprevenidos. Cuando muerde o salpica con sangre o saliva a sus víctimas, éstas pueden transformarse.
Según Elena Bossi, para protegerse del lobisón hace falta: - una bala bendecida en 3 iglesias (7 según otros). No se debe apuntar al bulto sino a la sombra. - un cuchillo bendecido que tenga forma de cruz. - una linterna con pila bendecida (de lo contrario no alumbrará). - una alpargata (cuando se le pega al lobisón con una alpargata, se vuelve persona).
Se lo puede atar; pero tiene que ser con lana abierta de tejer. Así se queda quietecito cuando lo enlazan. Si es perro lobisón hay que sujetarlo del cuello; si es perra lobisona, de la mitad de la espalda (media res).
Hay que herirlo sin que se dé cuenta, de lo contrario atacará y matará.
Este ser llegó a la Argentina a través de Brasil, y se tiene noticias de él en el Litoral (N.E.).
Si una familia tiene siete hijos varones, la maldición cae sobre el séptimo. Se dice que es un hombre alto, delgado y con mucho pelo. Antes de convertirse anda muy nervioso y se enoja fácilmente, puede transformarse en los cementerios o cercanías y sobre todo cuando el acólito florece y la luna está llena. Se alimenta con carroña y cuando anda por el monte puede morder a los desprevenidos. Cuando muerde o salpica con sangre o saliva a sus víctimas, éstas pueden transformarse.
Según Elena Bossi, para protegerse del lobisón hace falta: - una bala bendecida en 3 iglesias (7 según otros). No se debe apuntar al bulto sino a la sombra. - un cuchillo bendecido que tenga forma de cruz. - una linterna con pila bendecida (de lo contrario no alumbrará). - una alpargata (cuando se le pega al lobisón con una alpargata, se vuelve persona).
Se lo puede atar; pero tiene que ser con lana abierta de tejer. Así se queda quietecito cuando lo enlazan. Si es perro lobisón hay que sujetarlo del cuello; si es perra lobisona, de la mitad de la espalda (media res).
Hay que herirlo sin que se dé cuenta, de lo contrario atacará y matará.
LAS LUCIÉRNAGAS
Isondú fue el hombre más hermoso entre todos los guaraníes. El más alto, el más fuerte, el más hábil. Había que verlo disparando una flecha, remando en la canoa, bailando en las ceremonias de los payés (médico hechicero).
Cuando era chico, no había madre en su tevy (familia extensa de los guaraníes que configuraba una unidad social y ocupaba una única gran vivienda) que, al verlo reírse, no le hiciera una caricia y, cuando le llegó la hora del tembetá (amuleto guaraní que llevaban los hombres adultos. Consistía en un palito en forma de T que atravesaba el mentón) ya había muchas indiecitas que querían casarse con él. A todas les gustaban sus manos diestras, su mirada penetrante y su perfume a madera.
Junto con el amor que despertó en tantas muchachas, se despertó también la envidia de los hombres. Los que habían jugado con él sobre las hojas de palmera y más tarde en los claros o en el río ahora le tenían rabia. Por eso prepararon la emboscada.
A Isondú lo esperaron un atardecer. Temprano habían cavado el pozo en el camino y lo habían disimulado bien: ya se sabe que los guaraníes eran especialistas en cazar con trampas, y esta ya estaba lista. Después se sentaron a esperar, y a tomarse la chicha de maíz que habían llevado.
Isondú volvía de la aldea vecina, donde tenía parientes. Venía solo, pensando en una chica que había conocido allí, la única muchacha que estaba seguro de poder querer. Sin duda pronto se casaría con ella, ya se la imaginaba junto a él, con el cuerpo adornado con pinturas y una flor - la orquídea más hermosa que él pudiera encontrar - en su largo pelo negro. Contento y cansado iba por los caminos de la selva, espantándose los mosquitos de tanto en tanto. A él, tan grande y fuerte, se lo veía pqueño al lado de los árboles inmensos.
Cuando faltaba poco para llegar a su aldea, empezó a escuchar las risas y los gritos de sus enemigos. Pero no se inquietó, porque era joven, no le tenía miedo a nada y había sido siempre demasiado dichoso como para suponer que se acercaba la desgracia. Cuando escucharon sus pasos, los otros se quedaron callados. De pronto, Isondú tropezó entre unas lianas y cayó en el pozo. Los otros salieron enseguida de sus escondites y empezaron a reírse y a burlarse de él:
- ¡Isondú! ¡Isondú! ¡Te cazamos como a un tapir! - A ver, ¿de qué te sirve ahora ser tan valiente? - ¡Isondú! ¡Ahí va un anzuelo para que muerdas! ¿O querés que llamemos a tu mamita para que te salve?
Y mientras tanto le tiraban palitos, frutos y unas bolitas de arcilla dura con las que cazaban ratones y los pájaros.
Isondú les gritaba: - Pero, ¿qué hacen? ¿qué les pasa? ¿qué les hice yo, cobardes? - Y desde abajo les devolvía los proyectiles.
Uno de los agresores le contestó: j- Ya vas a ver si somos cobardes. - Y agarró su maza y le pegó a Isondú en un hombro, en la cabeza, en la espalda... Los demás se envalentonaron y entre insultos hicieron lo propio: el cuerpo de Isondú se fue llenando de cardenales y de sangre, y allí quedó, acallado, caído sobre un costado en el fondo del pozo.
En la selva era casi de noche. Los asesinos seguían en el borde de la trampa, paralizados por el miedo. De pronto vieron confusamente que Isondú se movía, que su cuerpo tomaba de a poco la forma de un insecto y que en el lugar de cada herida se encendía una lucecita. Isondú agitó sus alas y salió volando: ya estaba libre. Un momento después centenares de Isondúes se dispersaban en la selva, debajo del techo que forman allí los árboles, los helechos y las lianas, iluminando intermitentemente la noche guaraní. Muchos de estos insectos traspusieron los ríos, dejaron atrás la selva y se perdieron en el campo. En la Argentina, algunos le siguen diciendo "isondúes", otros los llaman "bichos de luz, otros "tuquitos" y otros luciérnagas. En las noches más oscuras vuelan a nuestro alrededor, y, cuando creemos que se han ido, se encienden otra vez unos metros más allá, como estrellas terrenales.
Isondú fue el hombre más hermoso entre todos los guaraníes. El más alto, el más fuerte, el más hábil. Había que verlo disparando una flecha, remando en la canoa, bailando en las ceremonias de los payés (médico hechicero).
Cuando era chico, no había madre en su tevy (familia extensa de los guaraníes que configuraba una unidad social y ocupaba una única gran vivienda) que, al verlo reírse, no le hiciera una caricia y, cuando le llegó la hora del tembetá (amuleto guaraní que llevaban los hombres adultos. Consistía en un palito en forma de T que atravesaba el mentón) ya había muchas indiecitas que querían casarse con él. A todas les gustaban sus manos diestras, su mirada penetrante y su perfume a madera.
Junto con el amor que despertó en tantas muchachas, se despertó también la envidia de los hombres. Los que habían jugado con él sobre las hojas de palmera y más tarde en los claros o en el río ahora le tenían rabia. Por eso prepararon la emboscada.
A Isondú lo esperaron un atardecer. Temprano habían cavado el pozo en el camino y lo habían disimulado bien: ya se sabe que los guaraníes eran especialistas en cazar con trampas, y esta ya estaba lista. Después se sentaron a esperar, y a tomarse la chicha de maíz que habían llevado.
Isondú volvía de la aldea vecina, donde tenía parientes. Venía solo, pensando en una chica que había conocido allí, la única muchacha que estaba seguro de poder querer. Sin duda pronto se casaría con ella, ya se la imaginaba junto a él, con el cuerpo adornado con pinturas y una flor - la orquídea más hermosa que él pudiera encontrar - en su largo pelo negro. Contento y cansado iba por los caminos de la selva, espantándose los mosquitos de tanto en tanto. A él, tan grande y fuerte, se lo veía pqueño al lado de los árboles inmensos.
Cuando faltaba poco para llegar a su aldea, empezó a escuchar las risas y los gritos de sus enemigos. Pero no se inquietó, porque era joven, no le tenía miedo a nada y había sido siempre demasiado dichoso como para suponer que se acercaba la desgracia. Cuando escucharon sus pasos, los otros se quedaron callados. De pronto, Isondú tropezó entre unas lianas y cayó en el pozo. Los otros salieron enseguida de sus escondites y empezaron a reírse y a burlarse de él:
- ¡Isondú! ¡Isondú! ¡Te cazamos como a un tapir! - A ver, ¿de qué te sirve ahora ser tan valiente? - ¡Isondú! ¡Ahí va un anzuelo para que muerdas! ¿O querés que llamemos a tu mamita para que te salve?
Y mientras tanto le tiraban palitos, frutos y unas bolitas de arcilla dura con las que cazaban ratones y los pájaros.
Isondú les gritaba: - Pero, ¿qué hacen? ¿qué les pasa? ¿qué les hice yo, cobardes? - Y desde abajo les devolvía los proyectiles.
Uno de los agresores le contestó: j- Ya vas a ver si somos cobardes. - Y agarró su maza y le pegó a Isondú en un hombro, en la cabeza, en la espalda... Los demás se envalentonaron y entre insultos hicieron lo propio: el cuerpo de Isondú se fue llenando de cardenales y de sangre, y allí quedó, acallado, caído sobre un costado en el fondo del pozo.
En la selva era casi de noche. Los asesinos seguían en el borde de la trampa, paralizados por el miedo. De pronto vieron confusamente que Isondú se movía, que su cuerpo tomaba de a poco la forma de un insecto y que en el lugar de cada herida se encendía una lucecita. Isondú agitó sus alas y salió volando: ya estaba libre. Un momento después centenares de Isondúes se dispersaban en la selva, debajo del techo que forman allí los árboles, los helechos y las lianas, iluminando intermitentemente la noche guaraní. Muchos de estos insectos traspusieron los ríos, dejaron atrás la selva y se perdieron en el campo. En la Argentina, algunos le siguen diciendo "isondúes", otros los llaman "bichos de luz, otros "tuquitos" y otros luciérnagas. En las noches más oscuras vuelan a nuestro alrededor, y, cuando creemos que se han ido, se encienden otra vez unos metros más allá, como estrellas terrenales.
EL PALO BORRACHO
A este extraño árbol, con forma de botella, ciertas tribus de la zona del río Pilcomayo, lo llaman "Mujer" o "Madre pegada a la tierra" y esto viene porque. En una antigua tribu que vivía en la selva, había una jovencita muy linda, a la cual codiciaban todos los hombres, pero ella sólo amaba a un gran guerrero. Y se enamoraron profundamente... hasta que cierto día la tribu entró en guerra. El partió a la contienda y ella quedó sola prometiéndole amor eterno... Pasó mucho tiempo y los guerreros no volvían... mucho tiempo después, se supo que ya no lo harían.
Perdido su amor... la joven cerró todo sentimiento pues la herida abierta en su corazón ya no podría sanar... Se negó a todo pretendiente... Una tarde se internó en la selva, entristecida, para dejarse morir...
Y así la encontraron unos cazadores que andaban por allí... muerta en medio de unos yuyales. Al querer alzarla para llevar el cuerpo al pueblo, notaron, asombrados que de sus brazos comenzaron a crecer ramas y que su cabeza se doblaba hacia el tronco. De sus dedos florecieron flores blancas. Los indios salieron aterrados hacia la aldea.
Unos días después, se internaron los cazadores y un grupo más al interior de la selva y encontraron a la joven, que nada tenía de muchacha, sino que era un robusto árbol cuyas flores blancas se habían tornado rosas. Comentan que esas flores blancas lo eran por las lágrimas de la india derramadas por la partida de su amado y que se tornaban rosas por la sangre derramada por el valiente guerrero.
A este extraño árbol, con forma de botella, ciertas tribus de la zona del río Pilcomayo, lo llaman "Mujer" o "Madre pegada a la tierra" y esto viene porque. En una antigua tribu que vivía en la selva, había una jovencita muy linda, a la cual codiciaban todos los hombres, pero ella sólo amaba a un gran guerrero. Y se enamoraron profundamente... hasta que cierto día la tribu entró en guerra. El partió a la contienda y ella quedó sola prometiéndole amor eterno... Pasó mucho tiempo y los guerreros no volvían... mucho tiempo después, se supo que ya no lo harían.
Perdido su amor... la joven cerró todo sentimiento pues la herida abierta en su corazón ya no podría sanar... Se negó a todo pretendiente... Una tarde se internó en la selva, entristecida, para dejarse morir...
Y así la encontraron unos cazadores que andaban por allí... muerta en medio de unos yuyales. Al querer alzarla para llevar el cuerpo al pueblo, notaron, asombrados que de sus brazos comenzaron a crecer ramas y que su cabeza se doblaba hacia el tronco. De sus dedos florecieron flores blancas. Los indios salieron aterrados hacia la aldea.
Unos días después, se internaron los cazadores y un grupo más al interior de la selva y encontraron a la joven, que nada tenía de muchacha, sino que era un robusto árbol cuyas flores blancas se habían tornado rosas. Comentan que esas flores blancas lo eran por las lágrimas de la india derramadas por la partida de su amado y que se tornaban rosas por la sangre derramada por el valiente guerrero.
EL PITAYOVAI
Llamado también Talonyovai, son genios malignos que tienen el aspecto de indiecitos y habitan en las selvas del Alto Paraná, en el litoral argentino, también en el Chaco paraguayo y se dice que son antropófagos.
Tienen los pies sin dedos y los talones para adelante (su nombre en guaraní significa: talón frente a frente), de esa manera desconcierta a todo aquél que intenta huir de él.
Poseen como arma hachas de doble filo, y subiendo en los árboles, esperan a que alguien pase para tirarse encima y matarlo. Ahorcan, muerden, destrozan y devoran a la gente que atrapan.
Como comenta Elena Bossi, aún se recuerda cómo durante la guerra del Paraguay con Bolivia, en 1932, el Pitayovai mató a muchos soldados destinados al monte.
Llamado también Talonyovai, son genios malignos que tienen el aspecto de indiecitos y habitan en las selvas del Alto Paraná, en el litoral argentino, también en el Chaco paraguayo y se dice que son antropófagos.
Tienen los pies sin dedos y los talones para adelante (su nombre en guaraní significa: talón frente a frente), de esa manera desconcierta a todo aquél que intenta huir de él.
Poseen como arma hachas de doble filo, y subiendo en los árboles, esperan a que alguien pase para tirarse encima y matarlo. Ahorcan, muerden, destrozan y devoran a la gente que atrapan.
Como comenta Elena Bossi, aún se recuerda cómo durante la guerra del Paraguay con Bolivia, en 1932, el Pitayovai mató a muchos soldados destinados al monte.
PETEY
Relata Juan B. Ambrosetti que este ser es como una especie de tronco cubierto de pelos, de rasgos imprecisos tanto en su faz anterior como posterior. También como una bola peluda que rueda entre los árboles, chocando con ellos y girando a su alrededor.
Se le apareció a un vicio que andaba cazando pécaris, quien para salvarse tuvo que treparse a un árbol. Muchas horas estuvo allí aterrorizado, hasta que vino su hijo y mató al monstruo de un lanzazo. Al abrirlo, encontró que su corazón y demás vísceras estaban también llenos de pelos. Pero al regresar de esta aventura padre e hijo extraviaron el camino, y luego de errar tres días por el monte llegaron al rancho de un viejo que daba de comer a unos lechones, y que resultó ser el mismo dueño de los pécaris. Reunió a éstos y les dio el más grande, recomendándoles que sólo mataran lo necesario para su sustento. Aunque les indicó bien el camino de vuelta, para que no pasaran por un potrero habitado por Mboi-Moné, una serpiente negra muy peligrosa, fueron a dar al mismo. Huyeron antes de encontrarse con el terrible animal, pero bastó que pisaran su potrero para que ellos y los perros que los acompañaban murieran poco después.
Lo curioso del caso es que se llega a matar al ser fantástico, e incluso a eviscerarlo. Debía tratarse de una forma transitoria y caprichosa del Caá-Porá. Claro que la supresión de tal envoltura camal no afectó a la deidad, como lo prueba el hecho de que ya con la figura de un viejo recibió a los cazadores de buen modo, con regalos y consejos. La peculiar aparición podía tratarse asimismo de un enviado de la deidad.
Relata Juan B. Ambrosetti que este ser es como una especie de tronco cubierto de pelos, de rasgos imprecisos tanto en su faz anterior como posterior. También como una bola peluda que rueda entre los árboles, chocando con ellos y girando a su alrededor.
Se le apareció a un vicio que andaba cazando pécaris, quien para salvarse tuvo que treparse a un árbol. Muchas horas estuvo allí aterrorizado, hasta que vino su hijo y mató al monstruo de un lanzazo. Al abrirlo, encontró que su corazón y demás vísceras estaban también llenos de pelos. Pero al regresar de esta aventura padre e hijo extraviaron el camino, y luego de errar tres días por el monte llegaron al rancho de un viejo que daba de comer a unos lechones, y que resultó ser el mismo dueño de los pécaris. Reunió a éstos y les dio el más grande, recomendándoles que sólo mataran lo necesario para su sustento. Aunque les indicó bien el camino de vuelta, para que no pasaran por un potrero habitado por Mboi-Moné, una serpiente negra muy peligrosa, fueron a dar al mismo. Huyeron antes de encontrarse con el terrible animal, pero bastó que pisaran su potrero para que ellos y los perros que los acompañaban murieran poco después.
Lo curioso del caso es que se llega a matar al ser fantástico, e incluso a eviscerarlo. Debía tratarse de una forma transitoria y caprichosa del Caá-Porá. Claro que la supresión de tal envoltura camal no afectó a la deidad, como lo prueba el hecho de que ya con la figura de un viejo recibió a los cazadores de buen modo, con regalos y consejos. La peculiar aparición podía tratarse asimismo de un enviado de la deidad.
EL POMBERO
Es muy parecido al Duende, pero a diferencia de aquel, se lo ha visto muy pocas veces.
Tiene los pies al revés para dificultar su búsqueda. Puede tomar la forma de cualquier animal. Según Bossi, a la distancia parece un carpincho parado en las patas traseras, sus ojos no son como los nuestros, sino chatos, como los del sapo, y con cejas de pelo largo. Mira fijo igual que las lechuzas. Tiene la boca grande y alargada y sus dientes son muy blancos. Se dice que es el dueño de los pájaros y del sol y señor de la noche. Sale a pasear en los meses de Octubre y Noviembre, cuando empieza el calor (en el N.O. y N.E.).
Cuentan que una vez, el Pombero se enojó con un hachero de la provincia de Formosa: Marco Gavasa, lo sacó del rancho con cama y todo durante la noche y lo dejó en medio del monte. Esto mismo se repitió durante varias noches hasta que una vuelta lo golpeó y lo dejó paralítico. Marco Gavasa murió a los 86 años en el año 1972.
Quiere a los chicos buenos y golpea a los malos. Cuando uno le imita el grito o el silbido, éste le contesta en forma enloquecedora. Dicen que se lo ahuyenta con ajo.
Por su parte nos han contado que en Corrientes la historia es un poco distinta, allí es más parecida al duende norteño, pues es un petiso narigón con gran sombrero aludo y con gran dote masculino que aparece en los bananales a la siesta y suele perseguir en especial a las niñas. Apodado el duende sombrerudo o señor de la siesta a los niños se les hace dormir después del almuerzo para evitar encontrarse con él.
Es muy parecido al Duende, pero a diferencia de aquel, se lo ha visto muy pocas veces.
Tiene los pies al revés para dificultar su búsqueda. Puede tomar la forma de cualquier animal. Según Bossi, a la distancia parece un carpincho parado en las patas traseras, sus ojos no son como los nuestros, sino chatos, como los del sapo, y con cejas de pelo largo. Mira fijo igual que las lechuzas. Tiene la boca grande y alargada y sus dientes son muy blancos. Se dice que es el dueño de los pájaros y del sol y señor de la noche. Sale a pasear en los meses de Octubre y Noviembre, cuando empieza el calor (en el N.O. y N.E.).
Cuentan que una vez, el Pombero se enojó con un hachero de la provincia de Formosa: Marco Gavasa, lo sacó del rancho con cama y todo durante la noche y lo dejó en medio del monte. Esto mismo se repitió durante varias noches hasta que una vuelta lo golpeó y lo dejó paralítico. Marco Gavasa murió a los 86 años en el año 1972.
Quiere a los chicos buenos y golpea a los malos. Cuando uno le imita el grito o el silbido, éste le contesta en forma enloquecedora. Dicen que se lo ahuyenta con ajo.
Por su parte nos han contado que en Corrientes la historia es un poco distinta, allí es más parecida al duende norteño, pues es un petiso narigón con gran sombrero aludo y con gran dote masculino que aparece en los bananales a la siesta y suele perseguir en especial a las niñas. Apodado el duende sombrerudo o señor de la siesta a los niños se les hace dormir después del almuerzo para evitar encontrarse con él.
EL TORDO
Pájaro de plumaje negro que vive en la mayor parte de nuestro territorio y países vecinos. Una leyenda guaraní dice que para establecer su superioridad en el mundo, gavilanes y halcones mandados por el águila emprendieron terrible lucha contra cuervos y chimangos capitaneados por el carancho, y contando con la ayuda de los últimos vencieron los primeros y la derrota fue total para los vencidos. El tordo se hallaba dentro de su casa cuando la misma fue quemada por los cuatro costados. A punto estuvo de perecer el tordo, y el color negro que posee le quedó desde entonces. El cardenal se tiñó de sangre su copete. Y los cuatros fueron atados de a dos y remitidos prisioneros. Cuando recuperaron su libertad, por costumbre siguieron marchando así.
El tordo es un ave que suele apropiarse de los nidos de las demás aves. Así, tuve la oportunidad - nos narra Hipólito Marcial - de ver a un tordo que corrió a una parejita de horneros de su "hornito". Los pobres desalojados revoloteaban alrededor de la puerta de su nido, sin producir ningún efecto intimidatorio en el azabache usurpador. De repente, ambos pajaritos bajaron al borde de la acequia, y sin tardanza comenzaron a juntar barro y al cabo de una media hora, habían enterrado vivo al tuco invasor, para luego formar su casa en otra rama del mismo nogal.
Pájaro de plumaje negro que vive en la mayor parte de nuestro territorio y países vecinos. Una leyenda guaraní dice que para establecer su superioridad en el mundo, gavilanes y halcones mandados por el águila emprendieron terrible lucha contra cuervos y chimangos capitaneados por el carancho, y contando con la ayuda de los últimos vencieron los primeros y la derrota fue total para los vencidos. El tordo se hallaba dentro de su casa cuando la misma fue quemada por los cuatro costados. A punto estuvo de perecer el tordo, y el color negro que posee le quedó desde entonces. El cardenal se tiñó de sangre su copete. Y los cuatros fueron atados de a dos y remitidos prisioneros. Cuando recuperaron su libertad, por costumbre siguieron marchando así.
El tordo es un ave que suele apropiarse de los nidos de las demás aves. Así, tuve la oportunidad - nos narra Hipólito Marcial - de ver a un tordo que corrió a una parejita de horneros de su "hornito". Los pobres desalojados revoloteaban alrededor de la puerta de su nido, sin producir ningún efecto intimidatorio en el azabache usurpador. De repente, ambos pajaritos bajaron al borde de la acequia, y sin tardanza comenzaron a juntar barro y al cabo de una media hora, habían enterrado vivo al tuco invasor, para luego formar su casa en otra rama del mismo nogal.
EL YASIYATERÉ
Tal el nombre de un pajarito que vive en las selvas del nordeste argentino, cuyo silbido monótono se oye al amanecer y anochecer.
En noches de luna, en Enero, se oye un silbido: yateré...yateré... cada vez más cercano, cada vez más fuerte; entonces, las madres cuidan de no dejar solos ni un sólo momento a sus hijos pequeños. Es un criatura de entre 2 y 6 años, de cara bonita, rubio, ojos azules o amarillos, sin orejas. Tiene un olor muy fuerte y desagradable.
Rapta niños que encuentra solos al mediodía o a la siesta. Sólo se lleva a los varones, a las mujercitas, por lo general las deja pues tienen el pelo tan largo como él. Lame sus frentes para quitarles el bautismo. Al rato de jugar un rato con ellos, los abandona envueltos en lianas y enredaderas, y los niños quedan mudos, atontados presa del su encantamiento.
Todos los años, para el aniversario del rapto, los chicos sufren ataques de epilepsia, para curarlos hay que bautizarlos de vuelta, cosa que no siempre funciona.
El Yasíyateré usa un gorro o boina roja. Su ropa es amarilla. Alrededor de su cuello tiene muchas llaves de oro y cinco anillos en los dedos. Lleva una varillita mágica, un bastoncito de oro muy brillante en el cual reside todo su poder; si alguien logra quitárselo comienza a llorar, pidiéndolo. Sin su bastón se debilita. Cuando camina queda solo la huella del pie izquierdo, el derecho no se ve. Vive en lo profundo de la selva y come solamente huevos, miel y fruta. Es dueño de muchísimas alhajas y de tesoros.
Tal el nombre de un pajarito que vive en las selvas del nordeste argentino, cuyo silbido monótono se oye al amanecer y anochecer.
En noches de luna, en Enero, se oye un silbido: yateré...yateré... cada vez más cercano, cada vez más fuerte; entonces, las madres cuidan de no dejar solos ni un sólo momento a sus hijos pequeños. Es un criatura de entre 2 y 6 años, de cara bonita, rubio, ojos azules o amarillos, sin orejas. Tiene un olor muy fuerte y desagradable.
Rapta niños que encuentra solos al mediodía o a la siesta. Sólo se lleva a los varones, a las mujercitas, por lo general las deja pues tienen el pelo tan largo como él. Lame sus frentes para quitarles el bautismo. Al rato de jugar un rato con ellos, los abandona envueltos en lianas y enredaderas, y los niños quedan mudos, atontados presa del su encantamiento.
Todos los años, para el aniversario del rapto, los chicos sufren ataques de epilepsia, para curarlos hay que bautizarlos de vuelta, cosa que no siempre funciona.
El Yasíyateré usa un gorro o boina roja. Su ropa es amarilla. Alrededor de su cuello tiene muchas llaves de oro y cinco anillos en los dedos. Lleva una varillita mágica, un bastoncito de oro muy brillante en el cual reside todo su poder; si alguien logra quitárselo comienza a llorar, pidiéndolo. Sin su bastón se debilita. Cuando camina queda solo la huella del pie izquierdo, el derecho no se ve. Vive en lo profundo de la selva y come solamente huevos, miel y fruta. Es dueño de muchísimas alhajas y de tesoros.
LA YERBA MATE
De noche Yací, la luna, alumbra desde el cielo misionero las copas de los árboles y platea el agua de las cataratas. Eso es todo lo que conocía de la selva: los enormes torrentes y el colchón verde e ininterrumpido del follaje, que casi no deja pasar la luz. Muy de trecho en trecho, podía colarse en algún claro para espiar las orquídeas dormidas o el trabajo silencioso de las arañas. Pero Yací es curiosa y quiso ver por sí misma las maravillas de las que le hablaron el sol y las nubes: el tornasol de los picaflores, el encaje de los helechos y los picos brillantes de los tucanes.
Pero un día bajó a la tierra acompañado de Araí, la nube, y juntas, convertidas en muchachas, se pusieron a recorrer la selva. Era el mediodía y, el rumor de la selva las invadió, por eso era imposible que escucharan los pasos sigilosos del yaguareté que se acercaba, agazapado, listo para sorprenderlas, dispuesto a atacar. Pero en ese mismo instante una flecha disparada por un viejo cazador guaraní que venía siguiendo al tigre fue a clavarse en el costado del animal. La bestia rugió furiosa y se volvió hacia el lado del tirador, que se acercaba. Enfurecida, saltó sobre él abriendo su boca y sangrando por la herida pero, ante las muchachas paralizadas, una nueva flecha le atravesó el pecho.
En medio de la agonía del yaguareté, el indio creyó haber advertido a dos mujeres que escapaban, pero cuando finalmente el animal se quedó quieto no vio más que los árboles y más allá la oscuridad de la espesura.
Esa noche, acostado en su hamaca, el viejo tuvo un sueño extraordinario. Volvía a ver al yaguareté agazapado, volvía a verse a sí mismo tensando el arco, volvía a ver el pequeño claro y en él a dos mujeres de piel blanquísima y larguísima cabellera. Ellas parecían estar esperándolo y cuando estuvo a su lado Yací lo llamo por su nombre y le dijo: - Yo soy Yací y ella es mi amiga Araí. Queremos darte las gracias por salvar nuestras vidas. Fuiste muy valiente, por eso voy a entregarte un premio y un secreto. Mañana, cuando despiertes, vas a encontrar ante tu puerta una planta nueva: llamada caá. Con sus hojas, tostadas y molidas, se prepara una infusión que acerca los corazones y ahuyenta la soledad. Es mi regalo para vos, tus hijos y los hijos de tus hijos...
Al día siguiente, al salir de la gran casa común que alberga a las familias guaraníes, lo primero que vieron el viejo y los demás miembros de su tevy fue una planta nueva de hojas brillantes y ovaladas que se erguía aquí y allá. El cazador siguió las instrucciones de Yací: no se olvidó de tostar las hojas y, una vez molidas, las colocó dentro de una calabacita hueca. Buscó una caña fina, vertió agua y probó la nueva bebida. El recipiente fue pasando de mano en mano: había nacido el mate.Haz clic aquí para modificar.
De noche Yací, la luna, alumbra desde el cielo misionero las copas de los árboles y platea el agua de las cataratas. Eso es todo lo que conocía de la selva: los enormes torrentes y el colchón verde e ininterrumpido del follaje, que casi no deja pasar la luz. Muy de trecho en trecho, podía colarse en algún claro para espiar las orquídeas dormidas o el trabajo silencioso de las arañas. Pero Yací es curiosa y quiso ver por sí misma las maravillas de las que le hablaron el sol y las nubes: el tornasol de los picaflores, el encaje de los helechos y los picos brillantes de los tucanes.
Pero un día bajó a la tierra acompañado de Araí, la nube, y juntas, convertidas en muchachas, se pusieron a recorrer la selva. Era el mediodía y, el rumor de la selva las invadió, por eso era imposible que escucharan los pasos sigilosos del yaguareté que se acercaba, agazapado, listo para sorprenderlas, dispuesto a atacar. Pero en ese mismo instante una flecha disparada por un viejo cazador guaraní que venía siguiendo al tigre fue a clavarse en el costado del animal. La bestia rugió furiosa y se volvió hacia el lado del tirador, que se acercaba. Enfurecida, saltó sobre él abriendo su boca y sangrando por la herida pero, ante las muchachas paralizadas, una nueva flecha le atravesó el pecho.
En medio de la agonía del yaguareté, el indio creyó haber advertido a dos mujeres que escapaban, pero cuando finalmente el animal se quedó quieto no vio más que los árboles y más allá la oscuridad de la espesura.
Esa noche, acostado en su hamaca, el viejo tuvo un sueño extraordinario. Volvía a ver al yaguareté agazapado, volvía a verse a sí mismo tensando el arco, volvía a ver el pequeño claro y en él a dos mujeres de piel blanquísima y larguísima cabellera. Ellas parecían estar esperándolo y cuando estuvo a su lado Yací lo llamo por su nombre y le dijo: - Yo soy Yací y ella es mi amiga Araí. Queremos darte las gracias por salvar nuestras vidas. Fuiste muy valiente, por eso voy a entregarte un premio y un secreto. Mañana, cuando despiertes, vas a encontrar ante tu puerta una planta nueva: llamada caá. Con sus hojas, tostadas y molidas, se prepara una infusión que acerca los corazones y ahuyenta la soledad. Es mi regalo para vos, tus hijos y los hijos de tus hijos...
Al día siguiente, al salir de la gran casa común que alberga a las familias guaraníes, lo primero que vieron el viejo y los demás miembros de su tevy fue una planta nueva de hojas brillantes y ovaladas que se erguía aquí y allá. El cazador siguió las instrucciones de Yací: no se olvidó de tostar las hojas y, una vez molidas, las colocó dentro de una calabacita hueca. Buscó una caña fina, vertió agua y probó la nueva bebida. El recipiente fue pasando de mano en mano: había nacido el mate.Haz clic aquí para modificar.
LUZ MALA
Nuestro interior provinciano es muy lindo en paisajes y bellezas naturales, pero más bondadosa ha sido la naturaleza con el hombre que habita en esas "soledades"; en esa eterna quietud y paz. Soledad que se convierte en compañía para el espíritu, que le infunde melancolía y le fortifica el alma. Pero no siempre hay tranquilidad en El Farol de Mandinga esos parajes; las corridas, los velorios, las fiestas religiosas y las supersticiones mantienen inquieto al hombre de cerro y de campo y le tornan divertida su monótona vida. La riqueza cultural de nuestra gente es inimaginable; resultada de la fusión de las antiguas culturas aborígenes, del cristianismo, de las soledades y desventuras que en el marco geográfico se desarrollaron a través de años y años. Un tesoro que el hombre de la ciudad por su vida agitada y sofocante muchas veces no conoce, y que forma parte de nuestra tradición.
Entre las supersticiones y leyendas de la gente del campo o de los cerros está la de la "luz mala" o "Farol de Mandinga", mito con trascendencia religiosa que se extiende por casi todo el Noroeste Argentino.
En algunas épocas del año (generalmente las más secas) se suelen ver de entre las pedregosas y áridas quebradas de los cerros del oeste tucumano (Mala Mala, Nuñorco, Muñoz, Negrito, Quilmes, etc), a la oración - de tarde -, o cuando los últimos rayos del sol iluminan las cumbres de los cerros y el intenso frío de la noche va instalándose en los lugares sombreados, una luz especial, un fuego fatuo; producto de gases exhalados por cosas que se hallan enterradas conjugados con los factores climáticos; a ella - con terror y morbosidad - los lugareños denominan "luz mala" o el "farol del diablo".
El día de San Bartolomé (24 de agosto) es el más propicio para verlos, ya que es cuando parece estar más brillante el haz de luz que se levanta del suelo y que, por creencia general, se debe a la influencia maligna, ya que popularmente estiman que es el único día en que Lucifer se ve libre de los detectives celestiales y puede hacer impunemente de las suyas (Ambrosetti, "Supersticiones y leyendas".
La luz es temida también por que imaginan ver en ella el alma de algún difunto que no ha purgado sus penas y que, por ello, sigue de esa forma en la tierra.
Generalmente nadie cava donde sale la luz por el miedo que ésta superstición les ha producido, los pocos que se han aventurado a ver que hay abajo de la luz siempre han encontrado objetos metálicos o alfarería indígena - muchas veces urnas funerarias con restos humanos, lo que aumentó el terror- que al ser destapada despide un gas a veces mortal para el hombre, por lo que los lugareños aconsejan tomar mucho aire antes de abrir o sino hacerlo con un pullo - manta gruesa de lana - o con un poncho, de suerte que el tufo no llegue a ser respirado. Nos cuenta don Hipólito Marcial que: "La luz blanca que aparece en la falda del cerro es buena, donde entra hay que clavar un puñal y al otro día ir a cavar... va a encontrar oro y plata. De la luz roja huyan o recen el Rosario, se dice que es luz mala, tentación del diablo".
Debido a la continua migración a las ciudades y centros poblados, y por constante progreso estas leyendas van quedando reservadas solo para los mayores; la juventud se preocupa por otras cosas que estima más importante.
Nuestro interior provinciano es muy lindo en paisajes y bellezas naturales, pero más bondadosa ha sido la naturaleza con el hombre que habita en esas "soledades"; en esa eterna quietud y paz. Soledad que se convierte en compañía para el espíritu, que le infunde melancolía y le fortifica el alma. Pero no siempre hay tranquilidad en El Farol de Mandinga esos parajes; las corridas, los velorios, las fiestas religiosas y las supersticiones mantienen inquieto al hombre de cerro y de campo y le tornan divertida su monótona vida. La riqueza cultural de nuestra gente es inimaginable; resultada de la fusión de las antiguas culturas aborígenes, del cristianismo, de las soledades y desventuras que en el marco geográfico se desarrollaron a través de años y años. Un tesoro que el hombre de la ciudad por su vida agitada y sofocante muchas veces no conoce, y que forma parte de nuestra tradición.
Entre las supersticiones y leyendas de la gente del campo o de los cerros está la de la "luz mala" o "Farol de Mandinga", mito con trascendencia religiosa que se extiende por casi todo el Noroeste Argentino.
En algunas épocas del año (generalmente las más secas) se suelen ver de entre las pedregosas y áridas quebradas de los cerros del oeste tucumano (Mala Mala, Nuñorco, Muñoz, Negrito, Quilmes, etc), a la oración - de tarde -, o cuando los últimos rayos del sol iluminan las cumbres de los cerros y el intenso frío de la noche va instalándose en los lugares sombreados, una luz especial, un fuego fatuo; producto de gases exhalados por cosas que se hallan enterradas conjugados con los factores climáticos; a ella - con terror y morbosidad - los lugareños denominan "luz mala" o el "farol del diablo".
El día de San Bartolomé (24 de agosto) es el más propicio para verlos, ya que es cuando parece estar más brillante el haz de luz que se levanta del suelo y que, por creencia general, se debe a la influencia maligna, ya que popularmente estiman que es el único día en que Lucifer se ve libre de los detectives celestiales y puede hacer impunemente de las suyas (Ambrosetti, "Supersticiones y leyendas".
La luz es temida también por que imaginan ver en ella el alma de algún difunto que no ha purgado sus penas y que, por ello, sigue de esa forma en la tierra.
Generalmente nadie cava donde sale la luz por el miedo que ésta superstición les ha producido, los pocos que se han aventurado a ver que hay abajo de la luz siempre han encontrado objetos metálicos o alfarería indígena - muchas veces urnas funerarias con restos humanos, lo que aumentó el terror- que al ser destapada despide un gas a veces mortal para el hombre, por lo que los lugareños aconsejan tomar mucho aire antes de abrir o sino hacerlo con un pullo - manta gruesa de lana - o con un poncho, de suerte que el tufo no llegue a ser respirado. Nos cuenta don Hipólito Marcial que: "La luz blanca que aparece en la falda del cerro es buena, donde entra hay que clavar un puñal y al otro día ir a cavar... va a encontrar oro y plata. De la luz roja huyan o recen el Rosario, se dice que es luz mala, tentación del diablo".
Debido a la continua migración a las ciudades y centros poblados, y por constante progreso estas leyendas van quedando reservadas solo para los mayores; la juventud se preocupa por otras cosas que estima más importante.
LA PAJA BRAVA
Esta leyenda es de origen genuinamente guaraní, y cuenta que el cacique "ACÁ HÄTÁ", que quiere decir "cabeza dura", se caracterizaba por su coraje, pero también por la crueldad de sus procedimientos, razón por la cual era poco querido. Los integrantes de su tribu, planearon una conspiración, que al llevarse a cabo, luego de algunas escaramuzas, lograron terminar con su vida, donde también pereció su hija, que por sobre los hechos de su padre, se dedicaba a proteger a los niños y a las mujeres. Para reemplazar al cacique eliminado, los miembros de la tribu designaron al más bueno de ellos, como queriendo no volver a sufrir los padecimientos que tuvieron durante el cacicazgo del Acá Hätá. Inmediatamente de asumir, recogieron los cadáveres y les dieron sepultura en las inmediaciones de una cabaña. Al poco tiempo, con sorpresa vieron que en el lugar de ambas sepulturas, nacieron plantas de una variedad que no se conocía en la región. Era la paja brava, que desde entonces crece en los lugares húmedos, con sus hojas cortantes, por lo que también se la llama "Cortadora" y que recuerda al feroz cacique. Los indios guaraníes llamaron a esta planta "Capií pochí" que significa "paja brava" ya que esta planta en forma de lanzas, hiere a cuanta persona que toca su tallo y/o hoja, al igual que el cacique muerto.-
Esta leyenda es de origen genuinamente guaraní, y cuenta que el cacique "ACÁ HÄTÁ", que quiere decir "cabeza dura", se caracterizaba por su coraje, pero también por la crueldad de sus procedimientos, razón por la cual era poco querido. Los integrantes de su tribu, planearon una conspiración, que al llevarse a cabo, luego de algunas escaramuzas, lograron terminar con su vida, donde también pereció su hija, que por sobre los hechos de su padre, se dedicaba a proteger a los niños y a las mujeres. Para reemplazar al cacique eliminado, los miembros de la tribu designaron al más bueno de ellos, como queriendo no volver a sufrir los padecimientos que tuvieron durante el cacicazgo del Acá Hätá. Inmediatamente de asumir, recogieron los cadáveres y les dieron sepultura en las inmediaciones de una cabaña. Al poco tiempo, con sorpresa vieron que en el lugar de ambas sepulturas, nacieron plantas de una variedad que no se conocía en la región. Era la paja brava, que desde entonces crece en los lugares húmedos, con sus hojas cortantes, por lo que también se la llama "Cortadora" y que recuerda al feroz cacique. Los indios guaraníes llamaron a esta planta "Capií pochí" que significa "paja brava" ya que esta planta en forma de lanzas, hiere a cuanta persona que toca su tallo y/o hoja, al igual que el cacique muerto.-
EL ESPINERO
Cuando Dios creó el mundo, lo primero que hizo luego de separar la TIERRA de las AGUAS y ubicar los continentes, fue cubrirlos de árboles y poblarlos de animales, cuyos caracteres quedaron condicionados al medio ambiente, su alimentación adecuada a sus posibilidades de obtención y cada cual debería procurarse su propia defensa para poder subsistir. El pequeño pájaro llamado "Espinero" y en guaraní "Taitig-ñuatí" que significa "nido de espinas" no tuvo otra alternativa que amañarse con sus escasas posibilidades naturales y con su pareja, no encontró mejor que aislarse para disimular su tamaño y falto de defensa, dándose a la ciclópea tarea de constituir un nido grande e íntegramente de espinas, que era todo el material que tenía a mano, sobre la rama del árbol, ya que no había otros elementos que le podría servir de sostén, como desafiando los vientos, que parecen respetarlo por su valentía, por su coraje, así como los rapaces, reptiles y animales carniceros, los primeros de los cuales parecen ignorarlos, pese a que habitualmente se posan sobre ellos y a los otros, no teme por la disposición de la boca de entrada, ubicada de abajo hacia arriba, además de muy estrecha y erizada de espinas, que no permite el ingreso de intrusos, a no ser sus propios dueños o las avispas que suelen ocuparlos una vez abandonado, por lo general ya en total deterioro. Se lo considera un hábil camuflado y ejemplo de laboriosidad y empeño, un diseñador extraordinario de un nido particular, al que le copiaron otros pájaros como el loro tuí o catita, pero que tiene la ventaja de trabajar en comunidad y poseer un pico ganchudo y patas dispuestas para trepar y tomar objetos, que le facilita la tarea. Por el contrario el espinero tiene medios pobre y débiles, patas poco apropiadas, y asi y todo causan admiración por sus nidos, cuyo aspecto, dimensiones, comodidades y características pocos comunes, que demuestran habilidad, sacrificio, sentido de la seguridad.
Cuando Dios creó el mundo, lo primero que hizo luego de separar la TIERRA de las AGUAS y ubicar los continentes, fue cubrirlos de árboles y poblarlos de animales, cuyos caracteres quedaron condicionados al medio ambiente, su alimentación adecuada a sus posibilidades de obtención y cada cual debería procurarse su propia defensa para poder subsistir. El pequeño pájaro llamado "Espinero" y en guaraní "Taitig-ñuatí" que significa "nido de espinas" no tuvo otra alternativa que amañarse con sus escasas posibilidades naturales y con su pareja, no encontró mejor que aislarse para disimular su tamaño y falto de defensa, dándose a la ciclópea tarea de constituir un nido grande e íntegramente de espinas, que era todo el material que tenía a mano, sobre la rama del árbol, ya que no había otros elementos que le podría servir de sostén, como desafiando los vientos, que parecen respetarlo por su valentía, por su coraje, así como los rapaces, reptiles y animales carniceros, los primeros de los cuales parecen ignorarlos, pese a que habitualmente se posan sobre ellos y a los otros, no teme por la disposición de la boca de entrada, ubicada de abajo hacia arriba, además de muy estrecha y erizada de espinas, que no permite el ingreso de intrusos, a no ser sus propios dueños o las avispas que suelen ocuparlos una vez abandonado, por lo general ya en total deterioro. Se lo considera un hábil camuflado y ejemplo de laboriosidad y empeño, un diseñador extraordinario de un nido particular, al que le copiaron otros pájaros como el loro tuí o catita, pero que tiene la ventaja de trabajar en comunidad y poseer un pico ganchudo y patas dispuestas para trepar y tomar objetos, que le facilita la tarea. Por el contrario el espinero tiene medios pobre y débiles, patas poco apropiadas, y asi y todo causan admiración por sus nidos, cuyo aspecto, dimensiones, comodidades y características pocos comunes, que demuestran habilidad, sacrificio, sentido de la seguridad.
EL CHERRINCHE
Era un indio guaraní, que había sido uno de los primeros de su tribu que pudo ver de cerca de los conquistadores españoles, a quienes ayudó a construir sus viviendas y los proporcionó frutas para comer y colaboró con ellos con la generosidad y desinterés que son características a esta raza. Al ser testigo de la manera en que el conquistador explotó, abusó y aniquiló a las tribus guaraníes por el trabajo excesivo, el hambre y el maltrato, su odio fue creciendo y en cuanto pudo se sublevó contra aquéllos, con el acompañamiento de muchos de su raza. Sin medir consecuencias ataco al español, pero fue vencido una y otra vez, donde no hubo piedad para nadie. Se internó lejos para buscar otras tribus y volver a enfrentarlos, pero lo persiguieron y lo rodearon, pero al no poder apresarlo, en cuanto lo avistaron dispararon las armas de fuego sobre él, así fue como lo encontraron moribundo por las heridas y el largo asedio, pero aun en esas condiciones respondió ignorando la orden de rendición, por lo que el jefe de la partida de un solo golpe le cortó la cabeza, separándole del cuerpo. No conforme con ello, abriéndole el pecho le arrancó el corazón para llevarlo como trofeo. Pero en el momento de levantar el corazón para mostrarlo a sus soldados, vieron como el sangrante órgano se convertía en llama, que después de quemar la mano del homicida es elevó por el aire hasta llegar a la altura de la copa de los árboles, donde adquirió forma de un pequeño pájaro, del tamaño y forma del corazón del joven indio, que enseguida se perdió en la espesura. Desde entonces, el Cherrinche con su plumaje de color rajo sangre, matiza la rica fauna correntina. Simbolizando a la raza guaraní.
Era un indio guaraní, que había sido uno de los primeros de su tribu que pudo ver de cerca de los conquistadores españoles, a quienes ayudó a construir sus viviendas y los proporcionó frutas para comer y colaboró con ellos con la generosidad y desinterés que son características a esta raza. Al ser testigo de la manera en que el conquistador explotó, abusó y aniquiló a las tribus guaraníes por el trabajo excesivo, el hambre y el maltrato, su odio fue creciendo y en cuanto pudo se sublevó contra aquéllos, con el acompañamiento de muchos de su raza. Sin medir consecuencias ataco al español, pero fue vencido una y otra vez, donde no hubo piedad para nadie. Se internó lejos para buscar otras tribus y volver a enfrentarlos, pero lo persiguieron y lo rodearon, pero al no poder apresarlo, en cuanto lo avistaron dispararon las armas de fuego sobre él, así fue como lo encontraron moribundo por las heridas y el largo asedio, pero aun en esas condiciones respondió ignorando la orden de rendición, por lo que el jefe de la partida de un solo golpe le cortó la cabeza, separándole del cuerpo. No conforme con ello, abriéndole el pecho le arrancó el corazón para llevarlo como trofeo. Pero en el momento de levantar el corazón para mostrarlo a sus soldados, vieron como el sangrante órgano se convertía en llama, que después de quemar la mano del homicida es elevó por el aire hasta llegar a la altura de la copa de los árboles, donde adquirió forma de un pequeño pájaro, del tamaño y forma del corazón del joven indio, que enseguida se perdió en la espesura. Desde entonces, el Cherrinche con su plumaje de color rajo sangre, matiza la rica fauna correntina. Simbolizando a la raza guaraní.
EL ARCO IRIS
Siete mariposas vivían hace muchos siglos en el corazón de la selva correntina, cada una tenía un color distinto: Despertaban la admiración de los habitantes del monte y al volar ¡qué hermoso efecto producían sobre el verde follaje! Cierto día, una de ellas se hirió con una larga espina. La herida era fatal y, al comprenderlo, las mariposas restantes ofrecieron cualquier sacrificio para evitar que la muerte separase a su compañera. Entonces oyeron una voz que les dijo: "¿Están ustedes dispuestas a dar la vida con tal de permanecer juntas?". - Todas contestaron que sí.
De inmediato negros nubarrones oscurecieron el cielo y se desató una fuerte tormenta de viento y lluvia. Un remolino envolvió a las siete mariposas amigas elevándolas hacia el infinito. Una vez restablecida la calma, el sol volvió a brillar con más fulgor que nunca, y al mismo tiempo aparecía en el firmamento un extraño arco luminoso, formado por los siete colores. Los mismos que tengan las mariposas del monte. Eran sus almas que continuaban unidas para siempre en el cielo. Ese es el origen del Arco Iris, en cuya deslumbrante belleza debemos ver y admirar el símbolo de la más pura amistad.
Siete mariposas vivían hace muchos siglos en el corazón de la selva correntina, cada una tenía un color distinto: Despertaban la admiración de los habitantes del monte y al volar ¡qué hermoso efecto producían sobre el verde follaje! Cierto día, una de ellas se hirió con una larga espina. La herida era fatal y, al comprenderlo, las mariposas restantes ofrecieron cualquier sacrificio para evitar que la muerte separase a su compañera. Entonces oyeron una voz que les dijo: "¿Están ustedes dispuestas a dar la vida con tal de permanecer juntas?". - Todas contestaron que sí.
De inmediato negros nubarrones oscurecieron el cielo y se desató una fuerte tormenta de viento y lluvia. Un remolino envolvió a las siete mariposas amigas elevándolas hacia el infinito. Una vez restablecida la calma, el sol volvió a brillar con más fulgor que nunca, y al mismo tiempo aparecía en el firmamento un extraño arco luminoso, formado por los siete colores. Los mismos que tengan las mariposas del monte. Eran sus almas que continuaban unidas para siempre en el cielo. Ese es el origen del Arco Iris, en cuya deslumbrante belleza debemos ver y admirar el símbolo de la más pura amistad.
EL CRISPÍN
La leyenda del Crispín rivaliza en popularidad con las leyendas del Carau o del Chajá. Esta leyenda refiere que por haber sido mal hijo, fue castigado por Dios. Hallándose su madre enferma, lo mandó a Crispín a buscar remedios, pero demoró al quedarse a comer frutas, mientras ella moría olvidada. Por eso fue condenado a vivir llamándola siempre. De este castigo y de su forma de cantar proviene su denominación popular de " che sï ", que seria una acepción de "mi madre" en idioma guaraní. El Crispín es un ave que reaparece con su canto triste cuando se aproxima el Día de la Madre, una característica de donde inspiró muchas otras leyendas. Este canto se hace más insistente hacia el Día de los Muertos, después del cual paulatinamente parece retirarse en silencio. Es un ave solitaria que hace de la siesta y toda la noche, las horas mejores para emitir su canto, que es nostálgico, triste. No se deja ver fácilmente, ya que está siempre oculta entre las ramas. Asegura la leyenda, que es así porque siente vergüenza por la actitud que tuvo y que ocasionó la muerte de su madre. Cuando la vio muerta, paulatinamente comprobó como el cuerpo se transformaba en pájaro, que voló a llorar para siempre su conducta.
La leyenda del Crispín rivaliza en popularidad con las leyendas del Carau o del Chajá. Esta leyenda refiere que por haber sido mal hijo, fue castigado por Dios. Hallándose su madre enferma, lo mandó a Crispín a buscar remedios, pero demoró al quedarse a comer frutas, mientras ella moría olvidada. Por eso fue condenado a vivir llamándola siempre. De este castigo y de su forma de cantar proviene su denominación popular de " che sï ", que seria una acepción de "mi madre" en idioma guaraní. El Crispín es un ave que reaparece con su canto triste cuando se aproxima el Día de la Madre, una característica de donde inspiró muchas otras leyendas. Este canto se hace más insistente hacia el Día de los Muertos, después del cual paulatinamente parece retirarse en silencio. Es un ave solitaria que hace de la siesta y toda la noche, las horas mejores para emitir su canto, que es nostálgico, triste. No se deja ver fácilmente, ya que está siempre oculta entre las ramas. Asegura la leyenda, que es así porque siente vergüenza por la actitud que tuvo y que ocasionó la muerte de su madre. Cuando la vio muerta, paulatinamente comprobó como el cuerpo se transformaba en pájaro, que voló a llorar para siempre su conducta.
EL DUEÑO DE LAS AGUAS
El Yberá o Iberá, es la más extensa de las reservas naturales Argentinas, alberga una notable variedad de plantas y animales. Activa de día y noche, su diversidad y sus misterios la convierten en una región incomparable. El Yberá nombre que proviene del idioma Guaraní significa “agua brillante”, es un gigantesco sistema acuático subtropical que cubre más de 13.000 Kilómetros cuadrados y que comprende bañados, arroyos, riachos y lagunas, algunas de grandes dimensiones. La zona conocida genéricamente como los ESTEROS tiene características muy particulares como ser:
* densa vegetación
* escasa pendiente, apenas 10 centímetros por kilómetro;
* unos 1300 milímetros de promedio anual de lluvias;
* y temperatura subtropical con 27º de media en el verano y 12º a 16º en el invierno.
El Yberá es mucho más que un eficiente sistema colector y distribuidor de aguas. Es un gran paraíso natural que ha maravillado por sus jardines flotantes, sus embalsados, entrelazamiento de plantas y una variedad inigualable de especies animales. Pocos lugares silvestres en el mundo tienen la complejidad y la riqueza paisajística del Yberá. Quienes viven en las cercanías de la laguna aseguran que existe un MITOLÓGICO PERSONAJE llamado en guaraní “I YARA” que se traduce como “DUEÑO DE LAS AGUAS”, que vive en la laguna, lejos de la orilla, donde tiene su guarida entre los más espesos embalsados, tiene cautivas a muchas mujeres a las que convirtió en enanas. Esta leyenda asegura que durante las noches de tormenta esas enanas cautivas lanzan un grito lastimero, como lamentando su triste situación, que llegan nítidamente hasta los ranchos de los moradores cercanos a la laguna. Algunos viejos vecinos cuentan que conocieron a gentes que vieron a ese personaje, un enano de grandes ojos, de color rojo, que posee barbas muy larga y que el cabello también es largo y de color rojo. Aseguran que el “I YARA” se transforma en un flamenco que está dotado de plumas aterciopeladas, que constituyen un atractivo para las jóvenes, las que no pueden resistir el deseo de atraparlo, y que al intentarlo, son atrapadas y convertidas en enanas para siempre. Aquellos que lo vieron, dicen que suele pasear al anochecer con su séquito de enanas tristes y llorosas. Aseguran que al único que teme ese falso flamenco es al chajhá, quien al verlo suele interceptarlo y perseguirlo hasta su madriguera. Si bien nadie lo vio directamente, todos los que saben dicen conocer a personas que si lo vieron pero por las dudas “si sos una JOVEN AGRACIADA” y ves ese pájaro que te atrae pensá bien lo que vas a hacer.
El Yberá o Iberá, es la más extensa de las reservas naturales Argentinas, alberga una notable variedad de plantas y animales. Activa de día y noche, su diversidad y sus misterios la convierten en una región incomparable. El Yberá nombre que proviene del idioma Guaraní significa “agua brillante”, es un gigantesco sistema acuático subtropical que cubre más de 13.000 Kilómetros cuadrados y que comprende bañados, arroyos, riachos y lagunas, algunas de grandes dimensiones. La zona conocida genéricamente como los ESTEROS tiene características muy particulares como ser:
* densa vegetación
* escasa pendiente, apenas 10 centímetros por kilómetro;
* unos 1300 milímetros de promedio anual de lluvias;
* y temperatura subtropical con 27º de media en el verano y 12º a 16º en el invierno.
El Yberá es mucho más que un eficiente sistema colector y distribuidor de aguas. Es un gran paraíso natural que ha maravillado por sus jardines flotantes, sus embalsados, entrelazamiento de plantas y una variedad inigualable de especies animales. Pocos lugares silvestres en el mundo tienen la complejidad y la riqueza paisajística del Yberá. Quienes viven en las cercanías de la laguna aseguran que existe un MITOLÓGICO PERSONAJE llamado en guaraní “I YARA” que se traduce como “DUEÑO DE LAS AGUAS”, que vive en la laguna, lejos de la orilla, donde tiene su guarida entre los más espesos embalsados, tiene cautivas a muchas mujeres a las que convirtió en enanas. Esta leyenda asegura que durante las noches de tormenta esas enanas cautivas lanzan un grito lastimero, como lamentando su triste situación, que llegan nítidamente hasta los ranchos de los moradores cercanos a la laguna. Algunos viejos vecinos cuentan que conocieron a gentes que vieron a ese personaje, un enano de grandes ojos, de color rojo, que posee barbas muy larga y que el cabello también es largo y de color rojo. Aseguran que el “I YARA” se transforma en un flamenco que está dotado de plumas aterciopeladas, que constituyen un atractivo para las jóvenes, las que no pueden resistir el deseo de atraparlo, y que al intentarlo, son atrapadas y convertidas en enanas para siempre. Aquellos que lo vieron, dicen que suele pasear al anochecer con su séquito de enanas tristes y llorosas. Aseguran que al único que teme ese falso flamenco es al chajhá, quien al verlo suele interceptarlo y perseguirlo hasta su madriguera. Si bien nadie lo vio directamente, todos los que saben dicen conocer a personas que si lo vieron pero por las dudas “si sos una JOVEN AGRACIADA” y ves ese pájaro que te atrae pensá bien lo que vas a hacer.
SAN LA MUERTE
La cultura guaranítica que llega hasta nuestros días se nutre de distintos elementos entre los que se encuentra la “devoción” a SAN LA MUERTE o también denominado NUESTRO SEÑOR DE LA BUENA MUERTE, una mezcla de paganismo con aporte de la religión católica. Producida la conquista de América en el Siglo XV junto a los autores materiales de abordaje llegaron religiosos encargados de introducir el credo católico entre las población aborigen, quienes profanaban extraños cultos idolátricos. En el norte de la Argentina correspondió a los padres de la Compañía de Jesús la difícil tarea de captación espiritual de los salvajes reducidos y debemos reconocer los logros obtenidos en su avanzada evangelización. Algunos elementos autóctonos lograron sobrevivir aisladamente, conservando caracteres que pese a admitir influencias del catolicismo presentan rituales en abierto contraste con el dogma de la Iglesia. El Señor de la Muerte o San La Muerte también conocido como Nuestro Señor de la Buena Muerte o San Justo Nuestro Señor de la Muerte, trátase de una pequeña imagen esquelética sentada de cuclillas en posición fetal (como los indios americanos acostumbraban enterrar a sus muertos) cargando una guadaña sobre la espalda, actitud que la emparienta con la parca de la mitología grecorromana. Suele encontrarse imágenes que a semejanza de El Pensador de Rodín, sostiene el rostro a la altura de la barbilla en pose meditativa. Estas imágenes de fetiche, habitualmente diminutas, tendría poderes ilimitados, para mediar en cuestiones sentimentales protegiendo a matrimonios desavenidos, encontrar elementos extraviados, y en especial predicamento en la cura del “MAL DE OJOS” que según la creencia popular hay personas que influyen sobre otras, en especial criaturas muy pequeñas menores al año (bebes), produciéndoles dolencias y malestares, simplemente con mirarlos, seria el efecto de la envidia, como hoy se dice “LAS MALAS ONDAS”. También este fetiche es cruel y vengativo, se lo utiliza para causar daño a alguien a distancia. Adorada y temida al mismo tiempo, esta imagen se constituyó en el eje de una religión sincrética que coexiste con el santoral oficializado por la Iglesia católica. La imagen es hecha sobre maderas blandas, aunque el amuleto adquiere mayores facultades para obrar prodigios si lo fabrican con huesos humanos, generalmente de falange de párvulos fallecidos después de recibir los óleos bautismales, también se conoce el poder de imágenes realizadas con cápsulas de balas que causaron muerte y restos de campanas de templos. Las imágenes son consagradas por un sacerdote, en especial en los oficios de Viernes Santo, y a fin de evitar el rechazo de los sacerdotes se las ocultan en velas ahuecadas, o en medio de las estampas permitidas, engañando de esta manera a quien realiza la bendición, luego debe recorrer esta imagen siete iglesias. La imagen no debe superar los diez centímetros, y si se la coloca bajo la piel dejando al poseedor en un ser indestructible, no es alcanzado por balas ni armas blancas (cuchillos), incluso hay leyendas de personas enfermas que tras largas agonías, debieron retirarles el fetiche del cuerpo para que puedan morir. El 20 de agosto se celebra su día, por supuesto que en la clandestinidad.
Alguna de las oraciones que se acostumbran son:
ORACIÓN PARA GANAR EN JUEGOS DE AZAR: Glorioso Señor de La Muerte, abogado mío en todos los momentos, tú que fuiste perseguido hasta la misma muerte, ayúdame en esta partida de ____(mencionar el juego)____ para que salga triunfante, como tú de los infiernos. Así te pido Señor, que con tu fuerza poderosa todo sea conmigo en los cuatro vientos del mundo. Amén.
ORACIÓN PARA OCASIONAR LA MUERTE DEL ENEMIGO : Señor de La Muerte, vos que sos el conquistador de poderes, el hacedor de milagros, que fuiste escarnecido, flagelado de espinas, muerto y sepultado, aun así triunfantes, aplastaste a tu enemigo el demonio, alabamos y bendecimos tu nombre y te pedimos ¡Oh, Señor! Me concedas la gracia de ser vencedor de ____ (Nombre y apellido del enemigo) ___ mi enemigo y no su vencido; que perseguido me libre por tu santa gloria. Amén. Señor de la Muerte, muerte a mi enemigo.
ORACIÓN PARA OBTENER EL AMOR : ¡Oh poderosísimo Señor de la buena Muerte!, vencedor de los matrimonios y de los salteros, domina el corazón invencible de ____ (Nombre y apellido) ___dale desesperación terrible, que venga donde estoy yo y que me siga con amor y cariño hasta la locura.¡Oh poderosísimo Señor de la buena Muerte!, te pido que me cuides lo que es mi mayor interés en nombre de las almas más necesitadas, que me ayudes y que me traigas llorando a ____ (Nombre y apellido) ___ rendido a mis pies. Amen.(esto se completa con tres credos al Señor y tres Padre Nuestro a las almas necesitadas).
La cultura guaranítica que llega hasta nuestros días se nutre de distintos elementos entre los que se encuentra la “devoción” a SAN LA MUERTE o también denominado NUESTRO SEÑOR DE LA BUENA MUERTE, una mezcla de paganismo con aporte de la religión católica. Producida la conquista de América en el Siglo XV junto a los autores materiales de abordaje llegaron religiosos encargados de introducir el credo católico entre las población aborigen, quienes profanaban extraños cultos idolátricos. En el norte de la Argentina correspondió a los padres de la Compañía de Jesús la difícil tarea de captación espiritual de los salvajes reducidos y debemos reconocer los logros obtenidos en su avanzada evangelización. Algunos elementos autóctonos lograron sobrevivir aisladamente, conservando caracteres que pese a admitir influencias del catolicismo presentan rituales en abierto contraste con el dogma de la Iglesia. El Señor de la Muerte o San La Muerte también conocido como Nuestro Señor de la Buena Muerte o San Justo Nuestro Señor de la Muerte, trátase de una pequeña imagen esquelética sentada de cuclillas en posición fetal (como los indios americanos acostumbraban enterrar a sus muertos) cargando una guadaña sobre la espalda, actitud que la emparienta con la parca de la mitología grecorromana. Suele encontrarse imágenes que a semejanza de El Pensador de Rodín, sostiene el rostro a la altura de la barbilla en pose meditativa. Estas imágenes de fetiche, habitualmente diminutas, tendría poderes ilimitados, para mediar en cuestiones sentimentales protegiendo a matrimonios desavenidos, encontrar elementos extraviados, y en especial predicamento en la cura del “MAL DE OJOS” que según la creencia popular hay personas que influyen sobre otras, en especial criaturas muy pequeñas menores al año (bebes), produciéndoles dolencias y malestares, simplemente con mirarlos, seria el efecto de la envidia, como hoy se dice “LAS MALAS ONDAS”. También este fetiche es cruel y vengativo, se lo utiliza para causar daño a alguien a distancia. Adorada y temida al mismo tiempo, esta imagen se constituyó en el eje de una religión sincrética que coexiste con el santoral oficializado por la Iglesia católica. La imagen es hecha sobre maderas blandas, aunque el amuleto adquiere mayores facultades para obrar prodigios si lo fabrican con huesos humanos, generalmente de falange de párvulos fallecidos después de recibir los óleos bautismales, también se conoce el poder de imágenes realizadas con cápsulas de balas que causaron muerte y restos de campanas de templos. Las imágenes son consagradas por un sacerdote, en especial en los oficios de Viernes Santo, y a fin de evitar el rechazo de los sacerdotes se las ocultan en velas ahuecadas, o en medio de las estampas permitidas, engañando de esta manera a quien realiza la bendición, luego debe recorrer esta imagen siete iglesias. La imagen no debe superar los diez centímetros, y si se la coloca bajo la piel dejando al poseedor en un ser indestructible, no es alcanzado por balas ni armas blancas (cuchillos), incluso hay leyendas de personas enfermas que tras largas agonías, debieron retirarles el fetiche del cuerpo para que puedan morir. El 20 de agosto se celebra su día, por supuesto que en la clandestinidad.
Alguna de las oraciones que se acostumbran son:
ORACIÓN PARA GANAR EN JUEGOS DE AZAR: Glorioso Señor de La Muerte, abogado mío en todos los momentos, tú que fuiste perseguido hasta la misma muerte, ayúdame en esta partida de ____(mencionar el juego)____ para que salga triunfante, como tú de los infiernos. Así te pido Señor, que con tu fuerza poderosa todo sea conmigo en los cuatro vientos del mundo. Amén.
ORACIÓN PARA OCASIONAR LA MUERTE DEL ENEMIGO : Señor de La Muerte, vos que sos el conquistador de poderes, el hacedor de milagros, que fuiste escarnecido, flagelado de espinas, muerto y sepultado, aun así triunfantes, aplastaste a tu enemigo el demonio, alabamos y bendecimos tu nombre y te pedimos ¡Oh, Señor! Me concedas la gracia de ser vencedor de ____ (Nombre y apellido del enemigo) ___ mi enemigo y no su vencido; que perseguido me libre por tu santa gloria. Amén. Señor de la Muerte, muerte a mi enemigo.
ORACIÓN PARA OBTENER EL AMOR : ¡Oh poderosísimo Señor de la buena Muerte!, vencedor de los matrimonios y de los salteros, domina el corazón invencible de ____ (Nombre y apellido) ___dale desesperación terrible, que venga donde estoy yo y que me siga con amor y cariño hasta la locura.¡Oh poderosísimo Señor de la buena Muerte!, te pido que me cuides lo que es mi mayor interés en nombre de las almas más necesitadas, que me ayudes y que me traigas llorando a ____ (Nombre y apellido) ___ rendido a mis pies. Amen.(esto se completa con tres credos al Señor y tres Padre Nuestro a las almas necesitadas).
EL PAYÉ
El "PAYÉ" es, posiblemente la más popular e incuestionable de las creencias del CAMPO CORRENTINO.
El "PAYÉ" significa tanto el instrumento material o amuleto, destinado a lograr fatalmente determinado objetivo, como el elemento imponderable provocado por ese objeto.
El "PAYÉ" es confeccionado dependiendo del fin que se busca, y existe una gran variedad, ya en la creencia popular se dice que el suelo de la PROVINCIA de Corrientes posee "PAYÉ" ya que atrapa a todo aquel que lo pisa y por mas lejos que se encuentre siempre sufrirá de añoranzas de esta tierra.
Hay Paye para conquistar el corazón de la pareja deseada, aun aquella que se muestra esquiva, para esto usan sus propias prendas, si son íntimas mejor y si las uso recientemente y no están lavadas el payé es más efectivo, también se usan saquitos donde se colocan medallas de santos y si estas medallas están bendecidas por un sacerdote tienen más fuerzas, se les agregan piedras, huesos, estampas, etc. La Pluma del CABUREÍ, un ave de rapiña de pequeña talla, una lechuza en miniatura, es considerada un elemento poderosísimo para realizar el "PAYÉ" y en especial cuando se la utiliza como talismán.
Hay Payé para evitar peligros incluyendo los que hacen que las víboras no lo ataquen, o que las balas reboten en el cuerpo del que lo posee., la variedad de payé es infinita, los hay para tener suerte en el juego, felicidad en la vida, para evitar enfermedades, etc. Pero también existen los que sirven para hacer daño a los enemigos.
El payé es en otras palabras el arte de la hechicería, del encantamiento en su más amplio espectro, el brujo es conocido como curandero o payesero, este realiza su tarea con el conocimiento heredado de sus antepasados.
La confianza que nuestros paisanos poseen en el "PAYÉ" es tan ciega, que cuando no dan el resultado esperado, se lo atribuye a defectos en su confección o a que del otro lado la persona a la que debía afectar tiene un "PAYÉ" más poderoso.
Existen otras alternativas del "PAYÉ" es cuando esta fuerza mágica se complementa con la "PALABRA" o sea cuando necesita de una oración o invocación para que su efecto sea completo, uno de los casos mas conocidos es el de los domadores de caballos, que además de necesitar la BOLSITA con objetos seleccionados se los complementa con una oración a San Felipe, Santo Patrono de los Caballos, y después tenga la seguridad que no existe caballo que se resista.
Una de las curas mas llamativas, por ser físicas, o sea que la persona ve el poder del CURADOR se da en el denominado "CADILLO", un tipo de verruga que aparece en la piel del enfermo, la que es curada en secreto por el DOTADO y misteriosamente estos desaparecen del cuerpo. Pero como en todo solo es una cuestión de FE. Pero por las dudas cuente sus prendas.
El "PAYÉ" es, posiblemente la más popular e incuestionable de las creencias del CAMPO CORRENTINO.
El "PAYÉ" significa tanto el instrumento material o amuleto, destinado a lograr fatalmente determinado objetivo, como el elemento imponderable provocado por ese objeto.
El "PAYÉ" es confeccionado dependiendo del fin que se busca, y existe una gran variedad, ya en la creencia popular se dice que el suelo de la PROVINCIA de Corrientes posee "PAYÉ" ya que atrapa a todo aquel que lo pisa y por mas lejos que se encuentre siempre sufrirá de añoranzas de esta tierra.
Hay Paye para conquistar el corazón de la pareja deseada, aun aquella que se muestra esquiva, para esto usan sus propias prendas, si son íntimas mejor y si las uso recientemente y no están lavadas el payé es más efectivo, también se usan saquitos donde se colocan medallas de santos y si estas medallas están bendecidas por un sacerdote tienen más fuerzas, se les agregan piedras, huesos, estampas, etc. La Pluma del CABUREÍ, un ave de rapiña de pequeña talla, una lechuza en miniatura, es considerada un elemento poderosísimo para realizar el "PAYÉ" y en especial cuando se la utiliza como talismán.
Hay Payé para evitar peligros incluyendo los que hacen que las víboras no lo ataquen, o que las balas reboten en el cuerpo del que lo posee., la variedad de payé es infinita, los hay para tener suerte en el juego, felicidad en la vida, para evitar enfermedades, etc. Pero también existen los que sirven para hacer daño a los enemigos.
El payé es en otras palabras el arte de la hechicería, del encantamiento en su más amplio espectro, el brujo es conocido como curandero o payesero, este realiza su tarea con el conocimiento heredado de sus antepasados.
La confianza que nuestros paisanos poseen en el "PAYÉ" es tan ciega, que cuando no dan el resultado esperado, se lo atribuye a defectos en su confección o a que del otro lado la persona a la que debía afectar tiene un "PAYÉ" más poderoso.
Existen otras alternativas del "PAYÉ" es cuando esta fuerza mágica se complementa con la "PALABRA" o sea cuando necesita de una oración o invocación para que su efecto sea completo, uno de los casos mas conocidos es el de los domadores de caballos, que además de necesitar la BOLSITA con objetos seleccionados se los complementa con una oración a San Felipe, Santo Patrono de los Caballos, y después tenga la seguridad que no existe caballo que se resista.
Una de las curas mas llamativas, por ser físicas, o sea que la persona ve el poder del CURADOR se da en el denominado "CADILLO", un tipo de verruga que aparece en la piel del enfermo, la que es curada en secreto por el DOTADO y misteriosamente estos desaparecen del cuerpo. Pero como en todo solo es una cuestión de FE. Pero por las dudas cuente sus prendas.
EL GAUCHITO GIL
La pregunta no respondida es si constituye un Mito, una Leyenda o si es un Santo, lo único realmente cierto es que forma parte de la CULTURA POPULAR de mi tierra, y que se extendió a personas que viven en lugares muy distantes, como Chile, Uruguay, Venezuela, Brasil, o Hungría, lugares desde los cuales me solicitaron información de esta creencia.
Debo comenzar afirmando que forma parte del "SANTORAL PROFANO" o sea es un santo no reconocido por alguna iglesia. Pero si es reconocido como tal por una buena parte de la población, llego a esta conclusión considerando que el día 8 de febrero consigue reunir en el lugar de santuario, donde está su tumba, aproximadamente 100.000 (cien mil) personas, o los domingos se pueden contar en promedio 300 (trescientas) personas, más impresionante es escuchar, y en especial ver, que si los vehículos que circulan por la zona no se detienen o saludan con Bocinas al "Gauchito" estos vehículos no llegan a destino, en otras palabras quien hace enojar al Gauchito puede sufrir un accidente o por lo menos una gran demora.
No existe una versión única de cómo vivió, lo cierto es que era de la zona de Mercedes Provincia de Corrientes en los años 1830 a 1870 aproximadamente. Antonio Mamerto Gil Núñez o Antonio Gil, era una persona dedicada a las tareas campestres, una de las leyendas es que era propietario de su propia parcela de la que fue despojado, otra que trabajaba para los estancieros de la zona.
Su época se caracterizó en la Provincia por los enfrentamientos armados entre dos facciones políticas los celestes y los colorados, se asegura que el "GAUCHITO" era de esta ultima facción, se lo conocía en la zona como una persona agradable, bien dispuesta a ayudar y muy especialmente una persona que demostró su valor en el campo de batalla en la Guerra con la Republica del Paraguay. Hasta acá se conoce por transmisión oral su historia.
Cerca del año 1850 diez más o diez menos, donde las convulsiones políticas llevaron a las Batallas de "Cañada de Tabaco" y de "Ifrán", donde murieron los coroneles colorados Aguirre y Cáceres, época donde para un militar morir en batalla cuando las cosas iban mal era un orgullo.
El Coronel celeste Juan de la Cruz Zalazar, citó a todos los hombres en posibilidad de pelear de la zona de Mercedes, conocida como el Pay Ubre, a que se presenten en su Estancia, en esté lugar formó un batallón con ésta gente, debemos aclarar que quien no tomaba las armas a favor del cabecilla del lugar inmediatamente era ajusticiado, o sea degollado o fusilado.
Con estas tropas formadas avanza sobre las tierras del sur de la provincia controladas por cabecillas colorados. ANTONIO GIL, que tenia afinidad con los colorados, decía que debía evitarse en lo posible la lucha entre hermanos y en medio de la noche abandona el contingente. El batallón sigue su marcha y se toma nota de la deserción, la batalla no se realizó, el Coronel y sus tropas regresan a sus tierras.
En éste punto es donde las versiones se desdoblan la primera es que tiempo después, posiblemente un año, se prepara otro enfrentamiento y ANTONIO GIL se presenta principalmente por su deber de obediencia y en especial "para estar con los amigos", y el Coronel Zalazar al verlo lo interroga por su deserción anterior, a lo que responde que "SI EL ABANDONÓ, NO FUE POR FALTA DE CORAJE, SINO PORQUE CREÍA QUE NO DEBÍA DERRAMAR SANGRE DEL PROJIMO CONTRA EL CUAL NO TENIA AGRAVIO QUE VENGAR, ADEMÁS DE HABER SOÑADO CON ÑANDEYARA (DIOS), QUE LE INDICABA ASI PROCEDER"; El Coronel hace formar una partida y lo envía a GOYA a ser Juzgado.
La otra historia existente es que siendo él "Colorado", en un territorio gobernado por los Celestes, y luego de que le despojaron de sus pertenencias, se ocultó con un grupo de bandoleros, a quienes comandaba en los montes de las inmediaciones de Mercedes, y desde ahí vivía del cuatrerismo y del robo en general, como su corazón era bondadoso compartía el producto de sus andanzas con los pobres del pueblo, por lo que estos lo protegían. Según pude leer en el libro "DEVOCIONARIO GUARANÍ" del Sr. Miguel Raúl López Breard "La señorita Dolores Díaz Inaldo que nació en 1856 y murió muy anciana, según datos recogidos en Mercedes, contaba que la madre, dueña de la estancia Valenzuela, a 3 Km de la ciudad, dejaba todas las noches un caballo atado al palenque por si acaso lo necesitara Gil."; esta era una costumbre de aquellos que querían ayudar a los fugitivos, ya que dejaban caballos frescos, descansados y bien alimentados, para que aquellos puedan reemplazarlos por los suyos que normalmente estaban flacos, sedientos y cansados; de esta manera el dueño de casa se evitaba sufrir robos, daños, etc.
Esto llevó a Zalazar a formar una partida policial con la misión de su detención y remisión a GOYA para su juzgamiento.
El Coronel Velásquez, alertado por la detención de ANTONIO GIL, quien le sirvió en la guerra, apersonado ante Zalazar le requiere los motivos de la detención, a lo que esté responde "por no haber cumplido su obligación de soldado".
Velásquez dice "Che Coronel, todos lo conocen como gente buena, y doy conocimiento de su valor".
Zalazar que respetaba a Velásquez, y con la finalidad de complacerlo dá la alternativa que 20 notables de la zona firmen un pedido de clemencia y él lo liberaría.
Cumplido lo requerido, Salazar dió la órden según su palabra, mandando un chasqui a que alcance la comisión que llevaba detenido a Antonio Gil.
SU MUERTE y COMIENZO DE LA LEYENDA
El 8 de febrero posiblemente del año 1868, mientras era llevado a GOYA para ser juzgado, en una costumbre de la época, los integrantes de la guardia procedían al estilo de un juicio sumario, a matar en forma inmediata al DETENIDO, y de esta manera se evitaban el viaje de ida y vuelta, todo era justificado diciendo que "EL REO INTENTÓ HUIR".
En el caso de Antonio Gil se cree que lo colgaron de los pies a un árbol y fue degollado. ANTONIO GIL le dice al Sargento encargado de la partida: "no me mates, la orden de mi perdón está en camino".
A lo que el Sargento replica ¿vos crees que te vas a salvar con eso?
La respuesta de Antonio Gil fue: NO, vos lo mismo me estas por degollar, pero te digo algo más, cuando llegues a Mercedes, junto con la orden de mi perdón te van a informar que tu hijo se está muriendo de mala enfermedad, y como vos vas a derramar sangre inocente, invocame para que interceda ante Dios por la vida de tu hijo; porque suelen decir que la sangre del inocente suele servir para hacer el milagro.
El SARGENTO no creyó y Antonio Gil fue muerto, pero cuando la partida regresó se recibió la confirmación de todo lo dicho, el sargento en su desesperación invocó al muerto y al día siguiente su hijo estaba fuera de peligro.
EL MATADOR arrepentido construyo una cruz de Ñandubay (planta autóctona), y la llevó al hombro, a pie desde el pueblo hasta el lugar donde se derramó la sangre.
En cierta oportunidad, el dueño de la estancia "LA ESTRELLA", cuyo casco está cerca del lugar de culto, solicitó y consiguió permiso para trasladar los restos al cementerio de Mercedes ya que estaba molesto por la constante peregrinación y el permanente prendido de velas, lo que hace peligrar los campos aledaños. Pero al decir de este estanciero desde ese mismo momento no pudo descansar y comenzaron las desgracias a rondar la estancia, por lo que dejó todo como estaba.
Los testimonios son innumerables, en el lugar de culto se suman día a día placas de bronce en agradecimiento a su intervención, en los periódicos locales agradecimientos por los favores recibidos, personas cultas o no respetan la veneración al "GAUCHITO", en definitiva solo es cuestión de FE.
La pregunta no respondida es si constituye un Mito, una Leyenda o si es un Santo, lo único realmente cierto es que forma parte de la CULTURA POPULAR de mi tierra, y que se extendió a personas que viven en lugares muy distantes, como Chile, Uruguay, Venezuela, Brasil, o Hungría, lugares desde los cuales me solicitaron información de esta creencia.
Debo comenzar afirmando que forma parte del "SANTORAL PROFANO" o sea es un santo no reconocido por alguna iglesia. Pero si es reconocido como tal por una buena parte de la población, llego a esta conclusión considerando que el día 8 de febrero consigue reunir en el lugar de santuario, donde está su tumba, aproximadamente 100.000 (cien mil) personas, o los domingos se pueden contar en promedio 300 (trescientas) personas, más impresionante es escuchar, y en especial ver, que si los vehículos que circulan por la zona no se detienen o saludan con Bocinas al "Gauchito" estos vehículos no llegan a destino, en otras palabras quien hace enojar al Gauchito puede sufrir un accidente o por lo menos una gran demora.
No existe una versión única de cómo vivió, lo cierto es que era de la zona de Mercedes Provincia de Corrientes en los años 1830 a 1870 aproximadamente. Antonio Mamerto Gil Núñez o Antonio Gil, era una persona dedicada a las tareas campestres, una de las leyendas es que era propietario de su propia parcela de la que fue despojado, otra que trabajaba para los estancieros de la zona.
Su época se caracterizó en la Provincia por los enfrentamientos armados entre dos facciones políticas los celestes y los colorados, se asegura que el "GAUCHITO" era de esta ultima facción, se lo conocía en la zona como una persona agradable, bien dispuesta a ayudar y muy especialmente una persona que demostró su valor en el campo de batalla en la Guerra con la Republica del Paraguay. Hasta acá se conoce por transmisión oral su historia.
Cerca del año 1850 diez más o diez menos, donde las convulsiones políticas llevaron a las Batallas de "Cañada de Tabaco" y de "Ifrán", donde murieron los coroneles colorados Aguirre y Cáceres, época donde para un militar morir en batalla cuando las cosas iban mal era un orgullo.
El Coronel celeste Juan de la Cruz Zalazar, citó a todos los hombres en posibilidad de pelear de la zona de Mercedes, conocida como el Pay Ubre, a que se presenten en su Estancia, en esté lugar formó un batallón con ésta gente, debemos aclarar que quien no tomaba las armas a favor del cabecilla del lugar inmediatamente era ajusticiado, o sea degollado o fusilado.
Con estas tropas formadas avanza sobre las tierras del sur de la provincia controladas por cabecillas colorados. ANTONIO GIL, que tenia afinidad con los colorados, decía que debía evitarse en lo posible la lucha entre hermanos y en medio de la noche abandona el contingente. El batallón sigue su marcha y se toma nota de la deserción, la batalla no se realizó, el Coronel y sus tropas regresan a sus tierras.
En éste punto es donde las versiones se desdoblan la primera es que tiempo después, posiblemente un año, se prepara otro enfrentamiento y ANTONIO GIL se presenta principalmente por su deber de obediencia y en especial "para estar con los amigos", y el Coronel Zalazar al verlo lo interroga por su deserción anterior, a lo que responde que "SI EL ABANDONÓ, NO FUE POR FALTA DE CORAJE, SINO PORQUE CREÍA QUE NO DEBÍA DERRAMAR SANGRE DEL PROJIMO CONTRA EL CUAL NO TENIA AGRAVIO QUE VENGAR, ADEMÁS DE HABER SOÑADO CON ÑANDEYARA (DIOS), QUE LE INDICABA ASI PROCEDER"; El Coronel hace formar una partida y lo envía a GOYA a ser Juzgado.
La otra historia existente es que siendo él "Colorado", en un territorio gobernado por los Celestes, y luego de que le despojaron de sus pertenencias, se ocultó con un grupo de bandoleros, a quienes comandaba en los montes de las inmediaciones de Mercedes, y desde ahí vivía del cuatrerismo y del robo en general, como su corazón era bondadoso compartía el producto de sus andanzas con los pobres del pueblo, por lo que estos lo protegían. Según pude leer en el libro "DEVOCIONARIO GUARANÍ" del Sr. Miguel Raúl López Breard "La señorita Dolores Díaz Inaldo que nació en 1856 y murió muy anciana, según datos recogidos en Mercedes, contaba que la madre, dueña de la estancia Valenzuela, a 3 Km de la ciudad, dejaba todas las noches un caballo atado al palenque por si acaso lo necesitara Gil."; esta era una costumbre de aquellos que querían ayudar a los fugitivos, ya que dejaban caballos frescos, descansados y bien alimentados, para que aquellos puedan reemplazarlos por los suyos que normalmente estaban flacos, sedientos y cansados; de esta manera el dueño de casa se evitaba sufrir robos, daños, etc.
Esto llevó a Zalazar a formar una partida policial con la misión de su detención y remisión a GOYA para su juzgamiento.
El Coronel Velásquez, alertado por la detención de ANTONIO GIL, quien le sirvió en la guerra, apersonado ante Zalazar le requiere los motivos de la detención, a lo que esté responde "por no haber cumplido su obligación de soldado".
Velásquez dice "Che Coronel, todos lo conocen como gente buena, y doy conocimiento de su valor".
Zalazar que respetaba a Velásquez, y con la finalidad de complacerlo dá la alternativa que 20 notables de la zona firmen un pedido de clemencia y él lo liberaría.
Cumplido lo requerido, Salazar dió la órden según su palabra, mandando un chasqui a que alcance la comisión que llevaba detenido a Antonio Gil.
SU MUERTE y COMIENZO DE LA LEYENDA
El 8 de febrero posiblemente del año 1868, mientras era llevado a GOYA para ser juzgado, en una costumbre de la época, los integrantes de la guardia procedían al estilo de un juicio sumario, a matar en forma inmediata al DETENIDO, y de esta manera se evitaban el viaje de ida y vuelta, todo era justificado diciendo que "EL REO INTENTÓ HUIR".
En el caso de Antonio Gil se cree que lo colgaron de los pies a un árbol y fue degollado. ANTONIO GIL le dice al Sargento encargado de la partida: "no me mates, la orden de mi perdón está en camino".
A lo que el Sargento replica ¿vos crees que te vas a salvar con eso?
La respuesta de Antonio Gil fue: NO, vos lo mismo me estas por degollar, pero te digo algo más, cuando llegues a Mercedes, junto con la orden de mi perdón te van a informar que tu hijo se está muriendo de mala enfermedad, y como vos vas a derramar sangre inocente, invocame para que interceda ante Dios por la vida de tu hijo; porque suelen decir que la sangre del inocente suele servir para hacer el milagro.
El SARGENTO no creyó y Antonio Gil fue muerto, pero cuando la partida regresó se recibió la confirmación de todo lo dicho, el sargento en su desesperación invocó al muerto y al día siguiente su hijo estaba fuera de peligro.
EL MATADOR arrepentido construyo una cruz de Ñandubay (planta autóctona), y la llevó al hombro, a pie desde el pueblo hasta el lugar donde se derramó la sangre.
En cierta oportunidad, el dueño de la estancia "LA ESTRELLA", cuyo casco está cerca del lugar de culto, solicitó y consiguió permiso para trasladar los restos al cementerio de Mercedes ya que estaba molesto por la constante peregrinación y el permanente prendido de velas, lo que hace peligrar los campos aledaños. Pero al decir de este estanciero desde ese mismo momento no pudo descansar y comenzaron las desgracias a rondar la estancia, por lo que dejó todo como estaba.
Los testimonios son innumerables, en el lugar de culto se suman día a día placas de bronce en agradecimiento a su intervención, en los periódicos locales agradecimientos por los favores recibidos, personas cultas o no respetan la veneración al "GAUCHITO", en definitiva solo es cuestión de FE.
El mate
La leyenda cuenta que antes, los hombres estaban muy ocupados los propios quehaceres diarios. Apenas si alcanzaban a mirarse entre sí, mucho menos conversar. Pero Jasy era inmensa, una fuerza refulgente y poderosa: pura magia y luz. Estas cualidades provenían de su mismo ser: era la luna, fuerza astral que desde el firmamento alumbra todas las noches las copas de los árboles y los caminos.
Como Luna, Jasy pinta de color plata el curso de los ríos y revela sonidos que, sigilosos y aterrorizantes, se esconden en la penumbra de la selva. Pero todo cambió un día en que, la luna y la nube, transformadas en dos pequeñas niñas, tomaron la iniciativa de bajar a la tierra. Pero se encontraron con un pequeño inconveniente cuando, al hacerlo, se dieron cuenta que aquí abajo habían perdido sus poderes concedidos como dioses que eran.
Así es como Jasy y Araí comenzaron a caminar por el bosque admirando los árboles, deleitándose con el aroma de las flores y saboreando frutos. En esto estaban cuando, de repente, oyeron el furioso rugido de un yaguareté.
Posado sobre el tronco de un árbol, la feroz criatura se preparaba a saltar sobre las pequeñas. Ellas cerraron sus ojitos en resignación, temiendo lo peor. Pero algo inesperado sucedió. Ellas sólo oyeron un silbido, seguido de un rugido y un golpe.
Cuando abrieron sus ojos nuevamente se encontraron con que el yaguareté se encontraba tendido en el suelo con una flecha clavada en su corazón. Un joven indio caminaba hacia ellas.
Las pequeñas diosas aprovecharon este gran giro de la fortuna para, en su desaparecieron y pavor, escapar veloces hacia el encuentro de refugio. Ningún ser humano debía verlas, por lo que debían tener cuidado. En esto se preocupaban las pequeñas mientras el muchacho se disponía a cuerear al animal al mismo tiempo que vestía una profunda sonrisa de satisfacción en su rostro por su gran logro.
Al parecer, con esta presa había cumplido sus expectativas, porque el muchacho, luego de terminar su labor, se dispuso a tomar una larga y tendida siesta. Allí mismo, en el mundo de los sueños, el muchacho se encontró con un par de hermosas muchachas. Una de ellas se acercó a él y le ofreció una planta mientras le decía que la tome, que este era un regalo en agradecimiento por haber salvado a Jasy, la luna. La joven le explicó al muchacho que la planta se llamaba Kaá.
Con ella debía preparar una bebida que acercaría el corazón de los hombres y alejaría la soledad. Al despertar, el muchacho se encontró nuevamente en el bosque. Al observar con detenimiento, descubrió que muy cerca de él se encontraba una planta que no había visto antes por el lugar. Era la yerba mate.
El muchacho cazador tomó la planta y, recordando la conversación con la joven del sueño, siguió paso a paso sus instrucciones: tostó sus hojas, las colocó en una calabaza pequeña y hueca, vertió el agua e, introduciendo una caña, le dio una probada. Imaginen el rostro del muchacho al descubrir el delicioso sabor, potente y amargo, de la bebida. Revolucionó tanto sus sentidos y tan deliciosa le pareció, que quiso acercarse a los demás miembros de la tribu ycompartir con ellos el milagroso hallazgo.
Poco a poco, la bebida cautivó la atención de todos en la tribu. Y sentados en comunidad, entre mate y mate, se dispusieron a compartir sus historias. Ésta es la leyenda de cómo nació el mate, la recompensa y premio de Jasy para el pueblo guaraní, en agradecimiento por haber salvado su vida.
La leyenda cuenta que antes, los hombres estaban muy ocupados los propios quehaceres diarios. Apenas si alcanzaban a mirarse entre sí, mucho menos conversar. Pero Jasy era inmensa, una fuerza refulgente y poderosa: pura magia y luz. Estas cualidades provenían de su mismo ser: era la luna, fuerza astral que desde el firmamento alumbra todas las noches las copas de los árboles y los caminos.
Como Luna, Jasy pinta de color plata el curso de los ríos y revela sonidos que, sigilosos y aterrorizantes, se esconden en la penumbra de la selva. Pero todo cambió un día en que, la luna y la nube, transformadas en dos pequeñas niñas, tomaron la iniciativa de bajar a la tierra. Pero se encontraron con un pequeño inconveniente cuando, al hacerlo, se dieron cuenta que aquí abajo habían perdido sus poderes concedidos como dioses que eran.
Así es como Jasy y Araí comenzaron a caminar por el bosque admirando los árboles, deleitándose con el aroma de las flores y saboreando frutos. En esto estaban cuando, de repente, oyeron el furioso rugido de un yaguareté.
Posado sobre el tronco de un árbol, la feroz criatura se preparaba a saltar sobre las pequeñas. Ellas cerraron sus ojitos en resignación, temiendo lo peor. Pero algo inesperado sucedió. Ellas sólo oyeron un silbido, seguido de un rugido y un golpe.
Cuando abrieron sus ojos nuevamente se encontraron con que el yaguareté se encontraba tendido en el suelo con una flecha clavada en su corazón. Un joven indio caminaba hacia ellas.
Las pequeñas diosas aprovecharon este gran giro de la fortuna para, en su desaparecieron y pavor, escapar veloces hacia el encuentro de refugio. Ningún ser humano debía verlas, por lo que debían tener cuidado. En esto se preocupaban las pequeñas mientras el muchacho se disponía a cuerear al animal al mismo tiempo que vestía una profunda sonrisa de satisfacción en su rostro por su gran logro.
Al parecer, con esta presa había cumplido sus expectativas, porque el muchacho, luego de terminar su labor, se dispuso a tomar una larga y tendida siesta. Allí mismo, en el mundo de los sueños, el muchacho se encontró con un par de hermosas muchachas. Una de ellas se acercó a él y le ofreció una planta mientras le decía que la tome, que este era un regalo en agradecimiento por haber salvado a Jasy, la luna. La joven le explicó al muchacho que la planta se llamaba Kaá.
Con ella debía preparar una bebida que acercaría el corazón de los hombres y alejaría la soledad. Al despertar, el muchacho se encontró nuevamente en el bosque. Al observar con detenimiento, descubrió que muy cerca de él se encontraba una planta que no había visto antes por el lugar. Era la yerba mate.
El muchacho cazador tomó la planta y, recordando la conversación con la joven del sueño, siguió paso a paso sus instrucciones: tostó sus hojas, las colocó en una calabaza pequeña y hueca, vertió el agua e, introduciendo una caña, le dio una probada. Imaginen el rostro del muchacho al descubrir el delicioso sabor, potente y amargo, de la bebida. Revolucionó tanto sus sentidos y tan deliciosa le pareció, que quiso acercarse a los demás miembros de la tribu ycompartir con ellos el milagroso hallazgo.
Poco a poco, la bebida cautivó la atención de todos en la tribu. Y sentados en comunidad, entre mate y mate, se dispusieron a compartir sus historias. Ésta es la leyenda de cómo nació el mate, la recompensa y premio de Jasy para el pueblo guaraní, en agradecimiento por haber salvado su vida.
MARTÍN PESCADOR
Todos los miembros de su familia habían sido pescadores. Y el último descendiente, de nombre Martín, también quería serlo.
Sin embargo, el padre no admitía que su hijo se expusiera a los peligros de la profesión.
Más él no le hizo caso. Y una madrugada, bien temprano, mientras sus familiares dormían, Martín embarcó con unos amigos, dispuesto a realizar su primera pesca.
Cuando el padre lo supo, no pudo disimular su enojo, y saliendo de la choza, los ojos vueltos al cielo, murmuró:
-Antes que mi hijo sea pescador, prefiero perderle.
Pasaron las horas. Nada se supo de la barca que había salido a las afueras del Río de la Plata. Se fue la mañana. Se gastó la tarde. Ninguna noticia… El amanecer encontró al pescador en vela. Nada…Entonces el padre, arrepentido, pidió, desde el fondo de su alma, el regreso del hijo amado.
La barca no regresó nunca más.
En cambio los habitantes de la región pudieron apreciar la aparición de un ave no vista antes. Poseía pico largo y plumaje verde oscuro. ¡Raro animal! Pasaba su tiempo posado sobre una rama que avanzaba sobre el agua, observando el paso de los peces y cuando alguno se dejaba ver, se lanzaba sobre él con la velocidad de una flecha; o bien esperaba el paso de los peces volando alrededor de un mismo punto, con un rápido aleteo como el de los picaflores, a la espera del bocado predilecto.
Y la gente humilde y sencilla, supuso que sería el alma del hijo del pescador, transformada en ave por el destino.
Todos los miembros de su familia habían sido pescadores. Y el último descendiente, de nombre Martín, también quería serlo.
Sin embargo, el padre no admitía que su hijo se expusiera a los peligros de la profesión.
Más él no le hizo caso. Y una madrugada, bien temprano, mientras sus familiares dormían, Martín embarcó con unos amigos, dispuesto a realizar su primera pesca.
Cuando el padre lo supo, no pudo disimular su enojo, y saliendo de la choza, los ojos vueltos al cielo, murmuró:
-Antes que mi hijo sea pescador, prefiero perderle.
Pasaron las horas. Nada se supo de la barca que había salido a las afueras del Río de la Plata. Se fue la mañana. Se gastó la tarde. Ninguna noticia… El amanecer encontró al pescador en vela. Nada…Entonces el padre, arrepentido, pidió, desde el fondo de su alma, el regreso del hijo amado.
La barca no regresó nunca más.
En cambio los habitantes de la región pudieron apreciar la aparición de un ave no vista antes. Poseía pico largo y plumaje verde oscuro. ¡Raro animal! Pasaba su tiempo posado sobre una rama que avanzaba sobre el agua, observando el paso de los peces y cuando alguno se dejaba ver, se lanzaba sobre él con la velocidad de una flecha; o bien esperaba el paso de los peces volando alrededor de un mismo punto, con un rápido aleteo como el de los picaflores, a la espera del bocado predilecto.
Y la gente humilde y sencilla, supuso que sería el alma del hijo del pescador, transformada en ave por el destino.