Acerca del origen de las danzas folklóricas argentinas
(Tomado de Carlos Vega)
En toda América se concibieron y reprodujeron, casi con las mismas palabras, pocas teorías espontáneas sobre el origen de estos bailes. Nunca hubo más general acuerdo. Los autores coincidieron en una fórmula que –separando y numerando las afirmaciones parciales; podemos enunciar así que:
1) Nuestras danzas fueron las danzas populares (folklóricas) españolas;
2) llegaron de España;
3) con los soldados y con los colonos;
4) directamente a cada lugar;
5) se mezclaron con los bailes indios y con los africanos;
6) son sus híbridos;
7) sintieron la influencia del medio geográfico;
8) sobrevivieron hasta hoy;
9) siempre fueron populares.
Hoy confirmamos nuestra proposición de entonces y añadimos precisiones: Nuestras danzas no son las folklóricas españolas. Los bailes criollos son los antiguos bailes cortesanos europeos americanizados. La corriente de los salones y la del teatro son las principales vías de transporte y de penetración. Nuestros bailes llegaron de España; pero también a través de España, y directamente de Francia.
Las danzas de los soldados y de los colonos, esto es, las folklóricas españolas, inseparables de su patrimonio espiritual en marcha, murieron en América con ellos o con sus hijos. No llegaron los bailes en bloques y al comienzo, sino en todos los tiempos, como hasta hoy. He escrito antes que “América folklórica no es España folklórica sino España culta, Europa culta. América folklórica es una retardada selección de la Europa superior”.
Las danzas no llegaron con la masa directamente a cada lugar. Los bailes cortesanos europeos se instalaron en las ciudades virreinales y se crearon en ellos focos independientes de transformación y difusión. Tres ciudades asumieron en Sudamérica el control, la promoción y la difusión: Lima, primero, y durante siglos; Río de Janeiro y Buenos Aires después. Varias ciudades se convirtieron en subfocos de promoción e irradiación.
Los bailes europeos no se mezclaron con los indios y los africanos para elaborar los bailes criollos; descendieron de los salones superiores a todos los grupos que los sociólogos llaman “inferiores”, pero no consta que los híbridos así formados, ascendieran de nuevo de alguna aldea a los salones para alcanzar dispersión continental. No hay en nuestras danzas formas indias o africanas generalizadas (el Carnavalito vive en un islote); las influencias negra e indígena se sienten a veces en el estilo. Los negros, en particular –hemos escrito antes – “vitalizan el ambiente americano con imponderable inyección de temperamento, de aptitudes, de maneras de hacer”... No de formas. Me refiero al ambiente criollo por excelencia, al criollo europeo y no a los reductos africanos sobrevivientes o a los grupos africanoides sui generis de enquistado patrimonio, de persistencia sin influjo.
No se socializó en América ningún baile cuya forma sea o haya sido híbrida de español e indio o negro, hasta donde alcanza nuestra documentación.
Nuestros bailes no fueron siempre populares. Se difundió la idea de una marcha paralela entre danzas de salón y danzas folklóricas. Nuestra labor puso en claro que las danzas de los salones urbanos y las de la campaña son generalmente las mismas.
(Tomado de Carlos Vega)
En toda América se concibieron y reprodujeron, casi con las mismas palabras, pocas teorías espontáneas sobre el origen de estos bailes. Nunca hubo más general acuerdo. Los autores coincidieron en una fórmula que –separando y numerando las afirmaciones parciales; podemos enunciar así que:
1) Nuestras danzas fueron las danzas populares (folklóricas) españolas;
2) llegaron de España;
3) con los soldados y con los colonos;
4) directamente a cada lugar;
5) se mezclaron con los bailes indios y con los africanos;
6) son sus híbridos;
7) sintieron la influencia del medio geográfico;
8) sobrevivieron hasta hoy;
9) siempre fueron populares.
Hoy confirmamos nuestra proposición de entonces y añadimos precisiones: Nuestras danzas no son las folklóricas españolas. Los bailes criollos son los antiguos bailes cortesanos europeos americanizados. La corriente de los salones y la del teatro son las principales vías de transporte y de penetración. Nuestros bailes llegaron de España; pero también a través de España, y directamente de Francia.
Las danzas de los soldados y de los colonos, esto es, las folklóricas españolas, inseparables de su patrimonio espiritual en marcha, murieron en América con ellos o con sus hijos. No llegaron los bailes en bloques y al comienzo, sino en todos los tiempos, como hasta hoy. He escrito antes que “América folklórica no es España folklórica sino España culta, Europa culta. América folklórica es una retardada selección de la Europa superior”.
Las danzas no llegaron con la masa directamente a cada lugar. Los bailes cortesanos europeos se instalaron en las ciudades virreinales y se crearon en ellos focos independientes de transformación y difusión. Tres ciudades asumieron en Sudamérica el control, la promoción y la difusión: Lima, primero, y durante siglos; Río de Janeiro y Buenos Aires después. Varias ciudades se convirtieron en subfocos de promoción e irradiación.
Los bailes europeos no se mezclaron con los indios y los africanos para elaborar los bailes criollos; descendieron de los salones superiores a todos los grupos que los sociólogos llaman “inferiores”, pero no consta que los híbridos así formados, ascendieran de nuevo de alguna aldea a los salones para alcanzar dispersión continental. No hay en nuestras danzas formas indias o africanas generalizadas (el Carnavalito vive en un islote); las influencias negra e indígena se sienten a veces en el estilo. Los negros, en particular –hemos escrito antes – “vitalizan el ambiente americano con imponderable inyección de temperamento, de aptitudes, de maneras de hacer”... No de formas. Me refiero al ambiente criollo por excelencia, al criollo europeo y no a los reductos africanos sobrevivientes o a los grupos africanoides sui generis de enquistado patrimonio, de persistencia sin influjo.
No se socializó en América ningún baile cuya forma sea o haya sido híbrida de español e indio o negro, hasta donde alcanza nuestra documentación.
Nuestros bailes no fueron siempre populares. Se difundió la idea de una marcha paralela entre danzas de salón y danzas folklóricas. Nuestra labor puso en claro que las danzas de los salones urbanos y las de la campaña son generalmente las mismas.